Donald Trump y la estabilidad mundial

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Por Manuel Díaz Aponte

Si los estadounidenses deciden elegir presidente de Estados Unidos al magnate Donald John Trump en las elecciones de noviembre venidero, muchas interrogantes y preocupaciones aflorarán de inmediato pero ésta con mayor intensidad: ¿podrá este hombre garantizar la estabilidad mundial?

Al analizar el “intercambio de rosas” entre Trump y Vladimir Putin, líder y presidente de Rusia, parecería que “la sangre no llegaría al rio” si finalmente el votante estadounidense respalda la posible candidatura del republicano.

Vivimos en un mundo armado hasta los “dientes” con estructuras y dispositivos nucleares esparcidos por doquier y bajo la mentalidad de la destrucción como respuesta a las diferencias políticas y económicas.

El predominio armamentista y la geopolítica han cambiado porque ahora Estados Unidos ya no cuenta con el poder absoluto para sepultar el planeta en apenas segundos.

Sigue siendo por supuesto la primera potencia económica y militar de la tierra, pero tiene al mismo tiempo el contrapeso del poderío militar en manos de China, Rusia y Corea del Norte para solo citar estos tres países repletos de armas nucleares y convencionales.

A juzgar por el tono del discurso de Trump a todo lo largo del proceso interno de las primarias republicanas y ahora como eventual candidato presidencial, se proyectan circunstancias difíciles para la humanidad si realmente llega a la Presidencia de Estados Unidos.

Hasta ahora ha sido terriblemente frontal; apolítico, irritable, indeseable, repudiable, prepotente y exhibiendo un perfil de un ser humano no muy estable emocionalmente.

Groseramente y sin justificación alguna ha ofendido a la comunidad latina residente en territorio estadounidense, particularmente a México y sus conciudadanos.

No es lo mismo que un aspirante presidencial norteamericano en campaña electoral llegue al extremo de pisotear la dignidad de los latinos apelando a palabras insultantes y discriminatorias, a intentar insinuar una patada al trasero del presidente de Rusia, Vladimir Putin.

¿Tendría valor para asediar y confrontar directamente con la República Popular de China? ¿O para amenazar abiertamente con una invasión a los norcoreanos?

Trump vs. Putin

Cuando la revista Forbes seleccionó en abril pasado al presidente de Rusia, Vladimir Putin, como “la persona más poderosa del mundo” lo hizo a sabiendas del peso especifico que presenta su liderazgo a escala universal.

La famosa publicación especializada en temas financieros y negocios editada en Estados Unidos reseñó en la ocasión, lo siguiente: “Putin continúa demostrando que es uno de los pocos hombres en el planeta suficientemente poderoso para hacer lo que quiera y salirse con la suya”.

Forbes escogió a Putin por encima de Ángela Merkel, canciller alemana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el Papa Francisco.

Ahora mismo entre Donald Trump y Vladimir Putin hay una especie de “amorío político” a juzgar por los piropos que ambos se han lanzados.

“Es brillante, muy pintoresco, tiene mucho talento. Un líder absoluto”, dijo recientemente el presidente ruso, Vladimir Putin, sobre el precandidato presidencial Donald Trump.

En cambio, el multimillonario Trump al devolverle el mensaje al presidente Putin expresó que:”Es un gran honor ser halagado de esa forma por un hombre tan respetado dentro de su país y más allá”.

Sin embargo, la prensa internacional no esconde sorpresa en ver el “acercamiento” entre dos figuras diametralmente opuesta. El primero, un magnate inmobiliario y ex organizador de concursos de belleza que busca dirigir la principal potencia mundial y el segundo un líder salido de la legendaria KGB soviética.

Pienso que si Trump logra ganar las elecciones estadounidenses habrá una recomposición del liderazgo político mundial orientada hacia una cohesión ante la potencia del norte. O por lo menos a estar preparados “por si acaso el león se pone fiero”.

Observadores del ámbito político mundial entienden que ese discurso altisonante del magnate norteamericano cambiaría radicalmente si es favorecido por el voto de sus conciudadanos.

Y hay señales que apuntan hacia ese horizonte porque incluso entre los sectores más conservadores de Estados Unidos, incluidos los poderosos y tradicionales miembros del Ku Klux Klan se entiende que la política del garrote ya no es tan fácil de aplicar en el mundo globalizado en que vivimos.

El propio Trump divulgó recientemente un mensaje “comprensivo” hacia el líder y presidente de la República de Corea del Norte, Kim Jong-su, indicando que estaría preparado para reunirse con él si en noviembre es escogido para ocupar la Casa Blanca.

¿Odia Trump a los Latinos?

Muchos coinciden en que el aspirante presidencial por el Partido Republicano ha ido muy lejos en sus ataques hacia los miembros de la comunidad latina, a la que ha advertido que serán expulsados en masas del territorio norteamericano.

Ello ha generado una serie de inquietudes en distintos ámbitos políticos y sociales de América Latina, donde inclusive se ha llegado a preguntar más de una vez: ¿qué tipo de relaciones fomentaría Trump con los gobiernos y líderes latinoamericanos?

El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, coherentemente ha dicho que un eventual triunfo de Trump sería un gran retroceso político para el mundo y que podría generar consecuencias negativas.

Incluso en su histórico viaje de la semana pasada a Vietnam y Japón, Obama dijo que entre el liderazgo mundial hay  “preocupación” ante las posibilidades de que la Casa Blanca sea ocupada por el magnate neoyorquino.

En el marco de la reunión con líderes mundiales del G7, efectuada en Japón, Obama calificó como “arrogante” la actitud de Trump, y ha seguidas agregó que es un “ignorante” del ajedrez de la política internacional.

Es evidente que el presidente Obama desearía ver en el cargo presidencial a la señora Hillary Diane Rodham Clinton, eventual representante del Partido Demócrata.

Un reciente sondeo de NBC News apunta que el 47% de los ciudadanos le “asusta” la posibilidad de que sea Trump quien esté sentado en el Despacho Oval de la Casa Blanca a partir de las elecciones presidenciales del martes 8 de noviembre.

Pero también, según datos recientes de la Gallup el señor Trump será el candidato presidencial estadounidense con mayor índice de desaprobación de la historia, entre un 60% y un 70%.

A todo ello, no podemos obviar la serie de artículos y comentarios vertidos en los principales medios de comunicación de Estados Unidos que anticipan una auténtica catástrofe de impredecibles consecuencias si finalmente Donald Trump es elegido para gobernar la primera potencia económica y militar del planeta.

De la destreza y tacto político que pueda exhibir en lo adelante la que apunta a ser su contrincante, la ex secretaria de Estado y senadora por el estado de Nueva York, Hillary Clinton, dependerá que este singular magnate no alcance el poder en Estados Unidos.

Por supuesto, que el voto popular de los estadounidenses es el factor principal. Ya veremos.

 

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