La falta de agua amenaza la salud en Bolivia

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LA PAZ, Bolivia (AFP).- A Doña Elena, una sexagenaria indígena aymara, la sequía que afecta a decenas de miles de bolivianos, la obliga a acudir a un insalubre arroyo en Cotahuma, en las afueras de La Paz.

“Con esta agüita me voy a hacer un caldito de arroz”, dice cándida a la AFP mientras lava en un canal una frazada, ajena a la profusa propaganda gubernamental en radio y televisión que alerta sobre el peligro de beber agua sin tratar.

Arroyos, pozos o camiones cisterna tratan de paliar las consecuencias de la peor sequía que ha vivido Bolivia en 25 años, y que ha reducido o suspendido el suministro en siete de las 10 principales ciudades del país, entre ellas La Paz y la vecina El Alto, entre las más populosas.

El agotamiento de represas ante el retraso de la temporada de lluvias que debería haberse iniciado a principios de noviembre ha dejado en evidencia la falta de preparación de la administración de Evo Morales, que ha comparado la crisis con un “terremoto”. El lunes decretó emergencia nacional e instó a sus compatriotas a que estén “preparados para lo peor”.

Desde hace casi tres semanas, barrios enteros de las populosas La Paz, la capital administrativa de Bolivia, y El Alto, reciben algunas horas cada tres días un hilito de líquido amarillento, que las autoridades han recomendado filtrar y hervir antes de consumir.

La mayor parte de la población afectada depende del suministro de camiones cisterna para poder beber, bañarse o lavar la ropa.

– Problemas de salud –

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó este viernes de que “no deben utilizarse tanques utilizados previamente para transportar líquidos no alimenticios, como combustibles y aguas servidas, para la distribución de agua en situaciones de emergencia”.

La OMS divulgó su protocolo en momentos en que la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) utiliza diez de sus cisternas para distribuir agua a la población.

El uso de esos tanques sigue “un protocolo de limpieza”, respondió el presidente de YPFB, Guillermó Achá.

Muchas de las cisternas privadas que habitualmente prestan el servicio en nuevas barriadas que no cuentan con conexiones de agua potable, aparentemente se abastecen de vertientes de agua no aptas para el consumo humano.

– Hospitales y colegios afectados –

Ante la gravedad del problema y de los riesgos para la salud, el gobierno decretó la conclusión anticipada del año escolar.

La escasez de agua afecta también a algunos hospitales, que se han visto obligados a aplazar cirugías menos urgentes.

Es el caso de hospital municipal de segundo nivel Los Pinos, al sur de la ciudad, que debió reducir a la mitad las cinco o siete operaciones quirúrgicas diarias, reconoce la directora Daniela Quiroga a la AFP.

“El agua que nos dejan (en cisternas) no es agua potable, es agua turbia”, lamenta la directora de este centro, que atiende un promedio de 300 a 350 personas diariamente.

“Necesitamos agua, necesitamos asearnos, nos aseamos por partes, no hay agua, nos bañamos en baldes” protesta Valeria Rojas, desde la sala de ginecología del hospital municipal.

Otros cinco hospitales de La Paz sufren el mismo problema.

– Freno al agio –

En medio de la necesidad, algunos comerciantes especulan con los precios.

La privada confederación de empresarios (CEPB) llamó al gobierno a “acabar con el agio de un plumazo” y a los comerciantes a “respetar los precios actualmente vigentes”.

La Red Uno de televisión denunció que un botellón de 20 litros llega a valer 100 bolivianos (14 dólares), cinco veces más que su precio en una tienda de barrio.

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Yasmel Bueno

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