Alianzas permanentes y circunstanciales (peledeistas y reformistas)

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Por Humberto Salazar

Desde que las elecciones en la República Dominicana se deciden por mayoría absoluta, es decir el candidato a la presidencia tiene que obtener el 50% mas uno de los votos, ha sido necesaria la formación de acuerdos entre partidos de diferentes signo ideológico u origen, que son las que garantizan que la suma de los votos sea suficiente para rebasar el umbral previsto en la Constitución.

Fue a raíz de la crisis post-electoral del año 1994, cuando se llegó al acuerdo de modificación constitucional que se tradujo en la obligatoriedad de visualizar quien podría ser un aliado, en un escenario donde se planteaban dos vueltas electorales, con el descarte de los menos favorecidos por el voto popular en una primera ronda de votación.

Quienes mejor interpretaron esta nueva realidad política, fueron los que dirigían el Partido de la Liberación Dominicana, que asumieron para las elecciones de 1996, al estar proscrita la candidatura de Joaquín Balaguer por la prohibición de la reelección consecutiva, la línea política de que sus aliados coyunturales serían los votos reformistas que migrarían, como sucedió en la realidad, ante la ausencia en la boleta de su líder histórico.

De forma correcta, el PLD asumió la decisión, con todas las consecuencias que de derivaron de ella, de confrontar al enemigo común que enfrentarían con los reformistas, que para la ocasión era el Partido Revolucionario Dominicano, de modo que si se presentaba un escenario de doble vuelta electoral estos se sintieran inclinados a echar su voto por el color morado frente al adversario que compartían.

El PRD por el contrario, decidió mantener una confrontación agresiva en contra del PRSC y su líder, pero además se ocupó de amenazar a todo su entorno, realizando una campaña errada peleándose con un fantasma llamado Balaguer, cuya cara no aparecía en la boleta, y ni siquiera participaba en forma activa en las actividades de su partido.

Todo culminó en el acto del Frente Patriótico Nacional, donde los líderes fundamentales de nuestra democracia, Joaquín Balaguer y Juan Bosch, se unieron en el objetivo común de derrotar en las elecciones de 1996, como lo lograron por una diferencia mínima, al proyecto del PRD que representaba José Francisco Peña Gómez.

Solo que la alianza, que era coyuntural entre el PLD y el PRSC, se convirtió desde 1996 hasta la fecha, es decir hace mas de 20 años, en una fusión permanente de votos entre el electorado conservador que representaba Balaguer y los disciplinados cuadros políticos formados bajo la égida del Profesor Juan Bosch, de modo que hoy en día han desaparecido las líneas que dividían a la generación de relevo de ambos partidos.

Es mas, para algunos de nosotros es tan natural estar aliados al PLD, en las buenas y en las malas, que sentimos como nuestros todos sus triunfos y sufrimos mas que muchos las derrotas, simplemente porque la relación personal y política es tan profunda que las líneas que nos podrían separar ya no existen.

Todo esto lo explicamos, para que se entienda el porque defendemos el espacio de poder que se ha otorgado a los reformistas a través de la secretaría general de la Liga Municipal Dominicana, y las razones que a nuestro juicio llevarán al partido morado a seguir apoyando con el voto de sus alcaldes, la permanencia de un reformista, como Johnny Jones, al frente de ese organismo.

Es que la alianza entre reformistas y peledeístas hace tiempo que dejó de ser coyuntural para convertirse en permanente, unas veces oficial y otras veces oficiosa, pero sea por absorción o no, los votos que tradicionalmente se expresan a favor de PLD, PRSC y sus aliados, son de los mismos grupos de población que apoyaron aquel ya histórico frente patriótico.

En el caso del PRD, lo que hubo en las elecciones pasadas, a pesar de los discursos y arengas, fue una alianza circunstancial o coyuntural, que rechazó la inmensa mayoría del electorado que simpatiza por el partido blanco y esto lo demuestran los números obtenidos por esa agrupación en las últimas dos elecciones.

Para las elecciones del año 2008, el PRD con Miguel Vargas como candidato, obtuvo el 38.5% de los votos nacionales. Cuatro años mas tarde en las del 2012, con Hipolito Mejía, subió al 42.1% para disminuir a su piso histórico en las del año 2016, cuando obtuvo solamente el 5.7% de los votos.

Esto quiere decir, que la inmensa mayoría de los votos del antiguo PRD se expresaron en la boleta del nuevo Partido Revolucionario Moderno, que pasó de no existir como partido político, a obtener un 26.9% de los votos en las pasadas elecciones, que evidentemente fueron sustraídos al denominado partido de ¨jacho prendío¨.

Entonces muy mal haría el PLD si ¨dejara camino real por vereda¨, suprimir la existencia de los reformistas en los organismos de representación de poder donde han cohabitado con los peledeístas por mas de 20 años, sería un error estratégico que podría fortalecer a quienes son hoy sus aliados coyunturales pero con una tendencia natural a ser oposición del partido morado.

En la teoría política, a pesar de que de dice que no hay enemigos ni amigos sino aliados y adversarios, siempre hay que hacer la selección de quienes son proclives a enfrentarte en el futuro aunque en un momento determinado son tus aliados de circunstancia, y en el caso del PLD, sus dirigentes han sabido muy bien hacer el diagnóstico y tomar las medidas adecuadas para evitar que se conspire contra ellos desde dentro.

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