Los Últimos Días, y la Esperanza Última

Adames
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Por Mel Adames

Yo no se si estos sean “los últimos días” o si estos, son los días que durarán hasta la último.

Pero lo cierto es que muchos, durante la recién concluida campaña electoral en los Estados Unidos, han estado prestando oídos a toda una constelación de nuevas de interminables especulaciones.

Algunos creen que Donald J. Trump será algo así como un “enviado” que trastocará todo lo se encuentra dañado en nuestra sociedad y civilización, y que el señor Trump, de alguna manera, auspiciará el Establecimiento de un Nuevo Orden social, burocrático y de seguridad nacional.

Algunos han ido más allá hasta pronosticar que la elección de Donald J. Trump es solo el primer paso en lo que ellos consideran podría ser el Tercer Gran Avivamiento.

Otros pocos también, dicen que aunque Donald J. Trump, efectivamente ascenderá a la presidencia de los Estados Unidos, sin mayores contratiempos, pero que un evento catastrófico pudiera ocurrir muy temprano en su gestión.

Algunos, en el área de lo natural, especulan que un tsunami podría barrer la costa Noroeste del lado del Pacífico de los Estados Unidos.

Mientras muchos creen que otro devastador ataque terrorista pudiera ocurrir casi inmediatamente después que el señor Trump haya tomado posesión de su cargo.

Unos pocos, el grupo más pequeño tal vez, cree — en la más funesta de todas estas especulaciones — que Donald Trump fallecerá en la Casa Blanca, o posiblemente, antes. Una vidente búlgara pronosticaría algo similar antes de su muerte en 1996. Algunos osan predecir que Donald J. Trump será el último presidente norteamericano.

En cuando a la salud del nuevo mandatario, es bien conocido por todos que, aunque el presidente electo está en relativa buena salud, aunque también se ha divulgado que el señor Trump está sobre peso.

Y, todas estas posibilidades, no son más que, probabilidades.

Y es que, rutinariamente, gente muere todos los días en las más insospechadas de las circunstancias — y eso incluye líderes mundiales, personalidades y gente de la sociedad en general. Más de 55 millones de personas mueren todos los días alrededor del mundo.

Mueren aquellos que están a punto de casarse, aquellos que andan de novios, lo que se casaron ya, y aun aquellos que se han divorciado.

No han sido únicos los casos en los que el novio o la novia se hayan desplomado en plena ceremonia nupcial.

En el área de la geopolítica, todos sabemos que dada la tenacidad y crueldad del Estado Islámico, otro evento de destrucción y odio pudiera ocurrir mientras escribo esta nota; así que no hay nada de especial en ninguna de estas probabilidades.

Nada de esto envuelve algún tipo de misterio. La gente se muere mientras se baña, y cuando anda conduciendo su automóvil; cuando duerme, y al despertar, y lamentablemente, la gran mayoría de la gente muere tratando de alcanzar sueños efímeros e ilusorios.

Así que la muerte de alguien — sin importar su condición física o su estado social, no es nada que acarree algún sentido escatológico en si mismo.

Cuando la muerte llega no pregunta por ninguna de nuestras cualidades — y como se dice en el argot popular: Cuando nos llega el número, ese será nuestro día.

No se puede negar: en momentos históricos como los que hemos vivido en los pasados meses en los Estados Unidos, siempre se levanta todo tipo de especulaciones, profecías y malos augurios.

Estos no tienen que ser necesariamente ciertos, ni tienen que ser, desgarradoramente falsos. Muchas veces, los mismos no son más que el producto de la especulación, o la consecuencia intelectiva que resulta de la mala información de la que se dispone.

Es solo por medio de la información confiable y fidedigna como se puede aprender e interpretar la realidad misma. Aquí no hay vueltas: la mala información da a luz siempre la inclinación por la curiosidad.

Y, como reza el refrán popular,  “La curiosidad mata al gato”.

Pero, aun a los mismos discípulos de Jesús, les sorprendería también la misma curiosidad.

Señor — pregunta Pedro — dinos qué señales habrá de tu Venida y del fin del siglo…

La respuesta de Jesús es harto conocida:

No os toca a vosotros saber aquellas cosas que mi Padre ha puesto en su sola potestad.

Así que, como se comprenderá, la preocupación, y más directamente, la proclamación de toda una serie de especulaciones, así como la formulación de torcidas interpretaciones, no conducen a nada bueno.

Lo cierto es que — en cuanto a muchas de estas cosas — nosotros realmente, no sabemos. No es que no sepamos porque seamos tercos o porque seamos los menos iluminados.

La razón de nuestra limitada aprehensión de los tiempos, se debe a que nuestra mente no puede — en su presente configuración cognitiva — proyectarse hacia el futuro, aunque insistentemente, eso es lo que, con mucha frecuencia, intentamos hacer.

Y todo eso es exacerbado porque, mientras tratamos, conscientemente o no, de “olvidar el pasado” ese pasado persistentemente nos alcanza — la mayoría de las veces, coloreando de tristeza y pesar, todas nuestras decisiones del presente.

Y no es que el pasado haya, en alguna manera, entretejido contra nosotros alguna intriga o complot existencial.

Lo que ocurre es que, nosotros, hemos voluntariamente decidido que no acataremos su consejo, ignorando que — como una consecuencia directa de ese rechazo — nosotros a diario, inexorablemente, nos enfrentamos a las impostergables directivas de un pasado, del cual no hemos aprendido mucho.

No existe sabiduría alguna en tratar de digerir la presente realidad, ni es nada provechoso, tampoco, pretender siquiera comenzar a entender lo que vendrá mañana.

Los pueblos, las civilizaciones y los individuos han sufrido — una y otra vez — las consecuencias de una realidad presente que es hostil, desdichada y lúgubre, pues esos pueblos, civilizaciones e individuos han desoído, contumazmente, la sabiduría que emana de los viejos tiempos.

Haríamos bien —  a mediada que nos avocamos a la toma de posesión del nuevo presidente de los Estados Unidos, o ya sea que estemos próximos a cualquier otro evento inmediato de carácter personal, familiar o colectivo — si pudiéramos recordar lo siguiente:

Que, en cuanto a lo que ocurrió ayer, todos debemos aprender a asimilar las lecciones de esas experiencias. Que, en cuanto a lo que nos ocurre hoy — ya sea por diseño o por descuido — todos debemos hacer lo necesario para enmendar errores y corregir las faltas.

Que, en cuanto a lo que ocurrirá mañana, lo más que puedo decir es: no nos preocupemos; ya tenemos suficiente con los retos y los sinsabores de hoy.

Pero, en cuanto a la presente realidad, todos debemos tener consuelo de que, Hoy es el Día aceptable; Hoy es el Día de Salvación — dice el Señor.

Así que, no es que no debemos permitir el ser sorprendidos por la preocupación en cuanto a si estos, sean efectivamente los últimos días, sino que albergamos el anhelo ferviente de que estos sean los días, en los cuales la Esperanza persistirá hasta lo Último.

REFERENCIAS:

El Tercer Gran Avivamiento: http://www.charismanews.com/politics/issues/61403-prophecy-trump-s-election-was-the-first-step-next-is-the-rise-of-the-prophet

Asesinato o Muerte Súbita: http://yournewswire.com/baba-vanga-foretold-donald-trumps-demise-obama-to-be-last-us-president/

A Psunami Predicted: http://www.theatlantic.com/science/archive/2016/08/a-major-earthquake-in-the-pacific-northwest-just-got-more-likely/495407/

Salud de Donald J. Trump: http://time.com/4609062/donald-trump-doctor-nothing-wrong-with-trump-health/

Tasas de Nacimiento y Mortalidad: http://www.ecology.com/birth-death-rates/

Los Últimos Tiempos: San Mateo 24:3

No Conocemos el Futuro: Hechos 1:7

Aprendiendo del Pasado: 1ra. Corintios 10:1

El Día Aceptable: 2da. Corintios 6:2

Las Lecciones del Ayer: Deuteronomio 4:3

Sabiduría en el Pasado: Eclesiastés 1:16

Salvación a Tiempo: Salmo 42:5

Amparo, Fortaleza, Auxilio: Salmo 46:10

Dios con Nosotros Hoy: Salmo 118:13-14

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