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Editorial de Teleradio América
Uno de los grandes cuestionamientos que se hace a la política dominicana es su falta de honestidad.
Esta cualidad vinculada a la transparencia, a la aplicación de una sana justicia y a la verdad, está prácticamente ausente en nuestro país.
Es común ver a la República Dominicana, ocupar los primeros lugares en Rankings internacionales de corrupción y eso no mueve al repudio colectivo en contra de los que se apropian del dinero de nuestros impuestos.
Es que el dominicano ignora que cuando un funcionario se enriquecen costa del erario público se está llevando un dinero destinado a educación, salud, seguridad y viviendas para los más pobres.
Esta inercia social que estamos viviendo donde nada es nada, nos preocupa.
Un país no puede avanzar económica y socialmente si no hay un mensaje claro de que todos somos iguales ante la ley y que cualquier acto de deshonestidad será castigado sin tener en cuenta si el infractor es amigo, pariente o compañero de partido del presidente de la República.
Hoy más que nunca resuena la voz del profesor Juan Bosch, templo de honestidad y transparencia,cuando dijo“Yo puedo ser derrocado como cualquier gobernante puede ser derrocado en América Latina, pero no seré deshonrado, cuando salga del poder, tendrán que reconocer mi honestidad, este gobierno en ningún caso ordenará ni protegerá, ni encubrirá una inmoralidad, una maldad.
Y a esto le agregamos, ni se usará el poder estatal para doblegar, abusar o chantajear a dominicanos, ni entidades privadas por no participar en actos ilícitos atados a gobernantes de turno.
Sabemos que detrás de ese pensamiento del profesor Juan Bosch primaba ese concepto.
Utilizar el calificativo de profesor o profesores internamente no los identifica con la línea de honestidad del líder fundador profesor Juan Bosch.
