Cuidado con el fuego

Manuel Hernández Villeta
Manuel Hernández Villeta

Por Manuel Hernández Villeta

Violentar la institucionalidad y llegar a un vacío constitucional, sería dar un salto al vacío. No se trata de la permanencia en el gobierno de un partido determinado, sino que con travesuras se pone en juego el futuro del país.

La lucha contra la corrupción tiene que llegar a sus máximas consecuencias dentro del marco de la ley. Llevar a la justicia a cualquiera que se considere responsable de aceptar soborno o de cometer actos insanos, no significa que se haga tambalear el proceso democrático.

Si nos ponemos a jugar con un fósforo junto a una manguera distribuidora de gasolina nos vamos a quemar todos. Las manifestaciones de repudio a la corrupción, la firma de libros pidiendo sanciones, todo es lícito dentro de la democracia, pero cuidado con tratar de seguir propósitos conspirativos.

La historia dominicana está matizada de a dónde nos llevaron los episodios donde se desbordaron las pasiones y la institucionalidad se convirtió en alfombras pisoteadas por botas. No podemos retroceder en el tiempo. Esos cortes incruentos al principio democrático parió a Trujillo. Fue una dictadura elaborada por los errores del liderazgo político, respaldada  por los Estados Unidos.

Pero tenemos el expediente del golpe de Estado al profesor Juan Bosch. La iglesia católica y el empresariado  sirvieron de punta de lanza con las manifestaciones de reafirmación cristiana, y de nuevo los norteamericanos empujaron hasta que se dio un golpe de Estado que trajo la discordia a la familia dominicana. No se olvide que la revolución de abril es una respuesta del pueblo, militar y civil, a la violación de la Constitución.

Y después de la revolución, ni ganadores ni perdedores. Se abre el largo camino de los doce años del gobierno del doctor Joaquín Balaguer. Si se juega con fuego, todo el mundo se quema. No hay salvación. Es una caja de pandoras donde ni siquiera la esperanza encuentra donde meter su cabeza.

En el país no hay fuerte liderazgo ni social, ni político, ni religioso, ni deportivo. No hay líderes, ni un líder, por lo que si caemos por la barranca,  nadie controlará la explosión social.

La democracia tiene como fundamento la disquisición, la protesta, el buscar mejores alternativas, hacer oposición, traducir a la justicia a los corruptos, pero no permite que se le mate, que se violente el orden institucional. Si golpeamos la democracia, todos seremos víctimas de la sinrazón. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

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