El clásico mundial, la política y un Dead ball por el equipo

Valentin Medrano
Valentin Medrano

Por Valentín Medrano

El Baseball es una actividad deportiva muy ligada al pueblo dominicano, cuya población se fanatiza y establece pertenencia a un equipo de la denominada pelota invernal aún desde antes de nacer, como si fuera un asunto genético.

Este deporte ha permitido que cientos de dominicanos militen en los diferentes equipos de las grandes ligas y de otras ligas profesionales a nivel de Asia, Europa y otras latitudes del orbe terráqueo con una fantástica movilidad social y económica en favor de los jugadores, sus familiares y de un enorme andamiaje humano alrededor de este juego apasionante.

La presencia dominicana en el llamado Big Show es cada vez más protagónica, al punto que en el recién celebrado Clásico Mundial de Baseball (WBC, por su sigla en inglés) la República Dominicana reunió un plantel de jugadores de mucho éxito en las mayores, que le llevaron, aún desde antes del lanzamiento de la primera bola, a ser considerado el equipo a vencer y el mejor y más completo equipo del torneo donde defendía su corona obtenida cuatro años antes.

El juego de pelota tiene muchas anécdotas y frases célebres, algunas de las cuales tienen un  sentido que debe ser deducido del contenido filosófico de la frase que a secas no manifiesta ninguna idea lógica, como por ejemplo, la célebre frase que quiere indicar que en el juego cualquier cosa puede suceder, cuando se expresa que “la pelota es redonda y viene en caja cuadrada”, o aquella que establece que  “el juego no termina hasta que no termina”, “los hits no ganan juegos” y un sinnúmero de frases que comportan la parte filosófica del deporte rey en la República Dominicana.

Cuando el juego es cerrado, el partido es de importancia crucial y el pitcheo domina ampliamente a los bateadores, como ocurriera en el juego semifinal entre Estados Unidos y Japón en el Clásico de Baseball 2017, ganado por los de Donald Trump con un marcador cerrado de 2 carreras por 1, es cuando los managers adquieren su importancia macro, cuando en la práctica justifican sus grandes salarios. Lo mismo pasa con los jugadores de aportes cortos en el argot peloteril, los de las jugadas del libro como el toque de bola para avanzar corredores en entradas finales, dar un batazo profundo para posibilitar un pisa y corre, robar una base, o aceptar ser golpeado por un lanzamiento pegado para llegar a la primera base, lo que en el idioma del baseball se conoce como DEAD BALL, que traducido literalmente del idioma sajón significa ‘bola muerta’. Esta acción suele ser una jugada desesperada en situaciones críticas, donde se hace provecho de un lanzamiento pegado que normalmente se intenta eludir para no salir herido, pero que en esta circunstancia crucial es una opción de sacrificio en favor de la enseña, del equipo. Sólo imaginemos que en el juego ante Puerto Rico perdido por el equipo tricolor dominicano, cuando en las primeras entradas el conjunto dominicano llenó las almohadillas y no pudo hacer carreras, fallando en fila india los tres bateadores siguientes, ahí faltó el batazo de elevado, el toque de bolas, el manejo del conteo para recibir base por bola y el tomar el dead ball con un lanzamiento pegado y quizá la historia fuera otra si esto hubiera ocurrido.

El baseball se parece a la vida cotidiana en muchas cosas, a veces los juegos de la vida se ponen difícil y suele ocurrir cuando estamos en situaciones de importancia, en entradas finales y con mucha presión. Así también es la política.

Pasa en todos los casos; en la vida, en la política y en la pelota; que muchos jugadores se acobardan, se meten en miedo o presionan tanto que ejecutan sus obligaciones muy torpemente. Es difícil encontrar quienes toman la responsabilidad de tomar el dead ball por el equipo, pues muchos se creen tan insustituibles, tan protagónicos, tan superiores que no asimilan la opción de sacrificarse, son tan arrogantes que entienden su sola capacidad de dar el buen batazo, que pueden brillar como héroes de quienes deben escribirse en las revistas de los anaqueles de la pelota vida política, no se sacrifican por el equipo, se sienten por encima de sus compañeros, son los toleteros y se comportarán como tal en todo momento.

En el pasado político muchos dirigentes y personalidades connotadas han recibidos dead ball por sus gobiernos o equipos, han cargado con la presunta o real cuota de responsabilidad en los actos sindicados como violación a normas en el ejercicio de la función pública, tal es el caso del actual senador por San Juan de la Maguana, Félix Bautista que al salir del primer gobierno del Presidente Leonel Fernández, fue golpeado por el lanzador rival recibiendo un pelotazo que lo llevó a la prisión.

Actualmente todo el dolor de cabeza del equipo de gobierno y del partido de la Liberación Dominicana parece centrarse en el caso Odebrecht, pero lejos de asumir su tradición de “nos jodemos todos unidos hasta en las desgracias”, quienes se sienten toleteros han decidido que el posible dead ball no debe pegárseles a ellos y le sacan los pies. Así aparece el histórico Felucho Jiménez acusando a sus colegas sin hacer mea culpa, cosa que también ocurrió con el senador de La Vega, Euclides Sánchez, quienes admiten la ocurrencia del tipo penal o al menos ético y plantean distancia del mismo.

Pero, en esta situación la solución conlleva al final imputación y condena para algunos de los del litoral morado no importa cuánto tarde. La pregunta que uno se hace, la del millón es, ¿quiénes se sacrificarán por el equipo y aceptaran con donaire que les golpee la pelota para llegar a primera?, ¿quiénes tomarán ese dead ball por el equipo morado?. Quienes?

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