Dieta y estilo de vida, responsables de infartos

Dieta y estilo de vida casi nunca genes son responsables de infartos
Dieta y estilo de vida casi nunca genes son responsables de infartos

MADRID, ESPAÑA || ABC_SALUD.-   Cada vez parece más claro que el riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares y, por tanto, de fallecer prematuramente a consecuencia de un infarto o un ictus, no se encuentra tanto en los genes como en el estilo de vida. Y asimismo, que el denominado ‘estilo de vida occidental’ no es demasiado cardiosaludable.

Así se explica que, como muestra un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque (EE.UU.), los pueblos indígenas que no recurren a la comida rápida, no utilizan el coche para desplazarse, no pasan horas y horas delante de la televisión y no fuman, tienen una probabilidad ínfima de padecer una patología cardiovascular.

De hecho, los autores se centraron en los chimanes –o ‘tsimanes’–, pueblo indígena de la Amazonia boliviana, y constataron que tienen los menores niveles de envejecimiento vascular observados en cualquier población, hasta el punto de que su incidencia de aterosclerosis es cinco veces menor que la de los estadounidenses. Por tanto, y en aras de reducir nuestro riesgo cardiovascular, la solución parece clara: menos vida occidental y más dieta y estilo de vida chimán.

Como explica Hillard Kaplan, director de esta investigación publicada en la revista «The Lancet», «nuestro estudio muestra que los chimanes tienen la menor prevalencia de aterosclerosis coronaria observada en cualquier población estudiada hasta el momento. Su estilo de vida sugiere que una dieta baja en grasas saturadas y con un gran contenido en carbohidratos ricos en fibra no procesada, así como con caza y pescado, podría prevenir, cuando se combina con la actividad física a lo largo del día y la evitación del tabaco, el endurecimiento de las arterias coronarias.

La pérdida de estilos de vida y dietas de subsistencia podría clasificarse como un nuevo factor de riesgo de envejecimiento vascular, y creemos que los componentes de este modo de vida podrían beneficiar a las poblaciones sedentarias actuales».

Sin aterosclerosis

Para llevar a cabo el estudio, los autores visitaron 85 poblados chimanes entre los años 2014 y 2015 y realizaron escáneres coronarios a 705 adultos con edades comprendidas entre los 40 y los 94 años para evaluar el nivel de endurecimiento de sus arterias coronarias –o lo que es lo mismo, su grado de aterosclerosis coronaria–. Es más; para tener una visión más completa del riesgo cardiovascular general, los investigadores también evaluaron la presión sanguínea, los niveles de colesterol, glucemia e inflamación, y el peso corporal y frecuencia cardiaca de los participantes.

Los resultados mostraron que cerca de un 85% de los participantes evaluados no tenía riesgo de enfermedad cardiovascular. Un riesgo, además, que fue bajo en un 13% de los casos y de grado moderado-alto solo en el 3% restante.

Pero, dado que este riesgo aumenta con la edad, ¿qué pasó en el caso de aquellos más longevos? Pues que en el caso específico de los mayores de 75 años, el 65% no tenía ningún riesgo, el 27% tenía un riesgo bajo y solo el 8% restante tenía un riesgo medio-alto.

Y estos resultados, ¿son muy significativos? Pues para evaluar su importancia, tan solo hay que compararlos con los alcanzados en cualquier estudio desarrollado en el mundo occidental. Por ejemplo, y como hicieron los autores, con un trabajo en el que se realizaron escáneres coronarios a 6.814 estadounidenses con edades entre los 45 y los 84 años. Y en este caso, el porcentaje de participantes sin riesgo cardiovascular fue de un pírrico 14%. Y el de aquellos con un riesgo moderado-alto, de hasta un 50%.

Finalmente, los autores observaron que la frecuencia cardiaca, la presión sanguínea y los niveles de colesterol y azúcar en sangre fueron igualmente bajos en los participantes. Unos resultados que, cuando menos potencialmente, se explican asimismo por el estilo de vida de la población chimán. Sin embargo, y a pesar de su bajo riesgo de aterosclerosis, sus niveles de inflamación no fueron tan bajos. De hecho, el 51% de los participantes evaluados tenían elevados niveles de inflamación.

Pero, ¿no se supone que la inflamación conlleva un mayor riesgo cardiovascular? Pues no necesariamente. Como apunta Randall Thompson, co-autor de la investigación, «existe la creencia generalizada de que la inflamación incrementa el riesgo de enfermedades coronarias. Sin embargo, la inflamación común en la población chimán no se asoció con un aumento de este riesgo y, por el contario, podría ser el resultado de una elevada tasa de enfermedades infecciosas».

No son los genes

El bajo riesgo cardiovascular observado en la población chimán podría, como destacan los propios autores, explicarse por dieta y estilo de vida. Y es que los chimanes permanecen físicamente activos durante el 90% de las horas del día –frente a solo un 46% en el caso de los estadounidenses, mucho más sedentarios–. Una actividad que se explica por su modo de subsistencia, basado en la caza, la pesca y la ganadería, lo que obliga a los varones a permanecer activos un promedio de 6 a 7 horas diarias –y de 4 a 6 horas en el caso de las mujeres.

Es más; la dieta de los chimanes se basa sobre todo en los carbohidratos –constituyen hasta el 72% de su alimentación– e incluye carbohidratos no procesados ricos en fibra, caso del arroz, el maíz, las nueces y las frutas. Asimismo, las proteínas, por lo general obtenidas de la carne animal, suponen el 14% de la dieta, que a su vez es muy baja en grasas –un 14%, lo que equivale a 38 gramos de grasas por día, incluidos 11 gramos de grasas saturadas y no trans–. Y a todo ello se aúna que no fuman. ¿El resultado? La incidencia de infartos es mínima, cuando no nula.

Como refiere Gregory S. Thomas, co-autor de la investigación, «nuestro trabajo sugiere que la aterosclerosis coronaria podría evitarse si la gente adoptara algunos de los elementos del estilo de vida de los chimanes, como sería mantener unos niveles bajos de colesterol LDL, presión sanguínea y azúcar en sangre, así como no fumar y mantenerse físicamente activos. La mayoría de los chimanes son capaces de vivir toda su vida sin desarrollar ningún grado de aterosclerosis coronaria. Un hallazgo que no se había observado en ninguna investigación previa. Y si bien este resultado es difícil de lograr en el mundo industrializado, podemos adoptar algunos aspectos de su estilo de vida para prevenir, cuando menos potencialmente, una aterosclerosis que eventualmente nos acabará afectando a todos».

Industrialización acelerada

En definitiva, parece que la protección cardiovascular de la que disfruta el pueblo chimán no se encuentra tanto en sus genes como en su estilo de vida. Pero cuidado: este beneficio podría acabar perdiéndose por la influencia de nuestro modo de vida occidental, que ya se está extendiendo, y a pasos agigantados, por la Amazonia boliviana.

Como concluye Ben Trumble, co-autor de la investigación, «la llegada de nuevas carreteras y la introducción de canoas motorizadas en los últimos cinco años han incrementado dramáticamente el acceso del pueblo chimán a los mercados urbanos, a los que acuden a comprar azúcar y aceite para cocinar. Una situación que está conllevando notables cambios económicos y nutricionales en la población chimán».

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