Pensamiento moderno del ser

Valentin Medrano
Valentin Medrano

Por Valentin Medrano Peña

A Pedro Montás, mi ateo favorito.

Uno es esclavo de lo que dice, y esa esclavitud se hace inemancipable cuando lo dicho se hace por medio escrito. De ahí que hoy día haya que tenerse cuidado al externar lo que se piensa, pues millones de gigabytes se unen a la memoria colectiva de la sociedad como soporte de permanencia, son el internet con sus redes sociales y medios comunicacionales en la red. El lugar donde lo escrito permanece para siempre.

Es un mundo moderno, es otro mundo. La época de lo otrora impensable. Los avances tecnológicos han hecho avanzar a una parte de la humanidad a tiempos donde el ayer tan próximo se siente prehistoria, pero en esencia ese modernismo, que tiene una brecha hermanada con la pobreza, en nada ha cambiado la esencia humana. Seguimos siendo víctimas y victimarios, depredadores y depredados, asesinos y asesinados, sanos e insanos, ateos y profesadores de cientos de religiones no tan bien diferenciadas, y en fin, seres humanos cada vez menos humanos, solo que esta vez no decidimos serlo.

Ahora, algunos están fundidos a sus computadores y aparatos electrónicos, medio hombres medio maquinas, y obran en función del pensamiento de la red. Es más fácil asumir ese pensamiento que elaborar uno propio. Así, las estrategias de mercado utilizan esta herramienta de venta y colocación. Las agencias de seguridad las prosternan a su antojo. El hombre autómata se ciñe a lo trazado, cada vez es más parte del órgano instrumental del hacer, advenido del pensamiento que se difunde por todas las redes creando una reacción colectiva ante el impulso nervocerebral de quien sabe quién.

Urge la necesidad de desconectar al hombre, de volverlo a esencias más prístinas, volverlo al momento donde el pensamiento iba en franco desarrollo, antes del ceder pensar. El hombre debe ser enseñado nueva vez a pensar por sí mismo.

La era de la comunicación no comunica del todo, o distorsiona el mensaje dependiendo de ciertas aprehensiones. En este despertar, en que debe preguntarse lo esencial, cavilar profundamente en ello, y repensar en el camino recorrido, hacer un paréntesis de hoyo negro en lo tecnológico y ver que hubiese sido del hombre sin esa hoy vital herramienta.

La santidad del hombre es la razón de la vida, el hombre debe repartir su cuerpo en millones de pedazos para alcanzar a cada hambriento.  Pero esto sólo se logra al dejar de pensar.

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