Renuncias presidenciales

J M Guerrero 1
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Por Jesús M. Guerrero 

Partiendo de la exigencia realizada por connotados intelectuales del país; al solicitar la renuncia del Presidente de la República. Al atribuir ciertos vínculos bastantes cuestionables con la constructora brasileña Odebrecht. La respuesta de los acólitos del primer mandatario de la nación no se hizo esperar. Cosa que es comprensible; de ambos lados, la petición de renuncia y las críticas dirigidas hacia dicho pedimento.

Lo que me parece absurdo de las defensas; es que han acuñado la siguiente premisa: “Es un absurdo la renuncia de un presidente.” Por tanto; no está de más recordar que el cargo ostentado, no es más que un empleo obtenido por el voto popular.

La renuncia de un gobernante no es algo común, pero han ocurrido provocando un estado desasosiego en los países que han atravesado dicho proceso. Sin embargo; no es un absurdo ni imposible y muchos menos acarrea maldiciones en perjuicio de quienes la exigen.

El caso más famoso respecto a una renuncia presidencial, sin lugar a dudas; le corresponde al expresidente norteamericano Richard Nixon. Quien se vio obligado a dimitir del cargo producto del escándalo Watergate, que consistió en la colocación de micrófonos para espiar el comando de campaña de los demócratas.

Lo curioso es que antes de la implosión que significó Watergate para el gobierno encabezado por Nixon; primero su vicepresidente Spiro Agnew renunció el 10 de octubre de 1973, por ciertas controversias como evasión de impuestos y sobornos. El congreso estadounidense favoreció a Gerald Ford como nuevo vicepresidente.

Producto de la renuncia de Nixon por las ramificaciones de Watergate, Ford asume la primera magistratura y el congreso designa nuevamente otro vicepresidente; el acaudalado neoyorquino Nelson Rockefeller. Por primera vez; en su historia política los Estados Unidos de Norteamérica fueron dirigidos por dos hombres que no fueron elegidos por el instrumento democrático por excelencia, el voto.

Pero también podemos ver el caso del expresidente guatemalteco, Jorge Serrano Elías, intentó disolver los poderes Legislativo y Judicial; el 25 de mayo de 1993. Además de suspender 46 artículos de la Ley Sustantiva de Guatemala, bajo el argumento de sanear la clase política y eliminar la corrupción. Fue obligado a renunciar por el Tribunal Constitucional Guatemalteco después de que llevara a cabo un golpe de estado ficticio. Dimitió del cargo el 1 de junio de 1993.

También tenemos el caso de Alberto Fujimori después de ser el protagonista del escenario político peruano durante 10 años se vio forzado a renunciar por aquelarres bastantes comprometedores; altamente conocidos en Latinoamérica. Tan solo se necesitaron los penosos vladivideos para enviarlo al viacrucis que ha sido la prisión.

La mejor forma de desalojar a un gobierno del Palacio Nacional, es por medio de elecciones libres y transparentes. Que la expresión popular se manifieste y los pueblos decidan su destino; sin embargo, no se puede catalogar de absurdo la renuncia presidencial.

La memoria histórica, demuestra que dicho pedimento era una exigencia realizada por el partido oficialista al expresidente Balaguer. Aunque, no hay nada que proporcione más institucionalidad que las masas otorguen la legitimidad de la elección popular.

Entiendo prudente esta frase de Salvador Allende, cito: “No dudaría un momento en renunciar si los trabajadores, los campesinos, los técnicos y profesionales de Chile así me lo demandaran o sugirieran.”

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