Artículo de Jesús M. Guerrero: ¡Vicepresidenta no logra apaciguar los ánimos con su mensaje!

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Por Jesús M. Guerrero

En días pasados la Vicepresidenta de la nación, Margarita Cedeño de Fernández aseguro que no habrá división ni reelección en el oficialismo. Lo que parece algo confuso; por la simple razón de que lo que se vislumbra en la lucha de grupos a lo interno del PLD es que de resultar cierto otra aventura reeleccionista, es imposible que el leonelismo continúe cohabitando con el danilismo.

Proclamar que no hay ni división ni reelección parece algo capcioso e incluso absurdo y hasta de cierta forma un mensaje subliminal. Pero, lo que no es sorpresa es que antes que evitar el enfrentamiento de tendencias, es como arrojar más leña al fuego.

Las luchas de tendencias a lo interno de los partidos políticos, surgen por intereses encontrados, lo que provoca las lidias intestinales que inician los procesos de cambio en los organismos partidarios y de no tener la inteligencia política necesaria para detener la hemorragia que producen estos combates, pueden provocar la pérdida del poder.

Irónicamente, el PLD siempre se diferenció en su manejo partidario de su antagonista histórico, el PRD. En la actualidad es el principal partido aliado del oficialismo, lo cual obliga la siguiente pregunta: ¿La masificación de los partidos, es el principio del fin del éxito político?

La masificación elimino la esencia del boschismo y de paso se llevó los círculos de estudios en el encuentro. Las tendencias fueron prohibidas por Juan Bosch, producto de su tormentosa salida del PRD; aunque no evito que los Fiallos enfrentaran al Dr. Alburquerque. Ahora, el país presencia el grupo encabezado por el Presidente de la República contra los leales del expresidente Fernández y nadie está dispuesto a sepultar el hacha y dialogar, la presea es continuar  dirigiendo los destinos de la nación para los primeros y volver para los segundos.

Las condiciones están dadas para la oposición, pero no es secreto que los adversarios naturales del partido oficialista aún están dispersos y no comprenden que deben congeniar alrededor del principal foco opositor que es el PRM; no se han vuelto a enviar mensajes de unidad. Lo ideal es aglomerar un bloque opositor que capitalice las evidentes fisuras del oficialismo. Sin este esfuerzo, se estaría bailando al ritmo del partido de gobierno y no del país.

Un partido es fundado con la intención de seguir lineamientos ideológicos establecidos por una corriente política; casi siempre elegida por el líder fundador y adoptada por los dirigentes identificados con su liderazgo. El problema es cuando esas doctrinas son lanzadas al olvido con la desaparición de quien marcara las directrices tradicionales a lo interno de la organización, en ese punto comienza la perdida de la identidad partidaria como tal y se asume la del relevo que toma las riendas. ¿Será qué el liderazgo tradicional del partido morado llego a su momento final?, esta pregunta solo se podrá contestar con el pasar del tiempo y con el resultado electoral del 2020.

La crisis a actual del PLD es comparable con el viacrucis atravesado por el PRD desde el 1978 al 1986. Todo comenzó con la pugna de Don Antonio Guzmán y Jorge Blanco para devenir en la salida del poder del PRD con la derrota de Jacobo Majluta, tras 8 años consecutivos de gobiernos blancos. La única diferencia que el choque previsible entre Leonel Fernández y Danilo Medina parece ser el principio del fin.

Entiendo prudente concluir con la siguiente frase de Hipólito Yrigoyen, cito: “El poder, a pesar de ser uno de los medios más eficaces para hacer practico un programa, no es el fin al que pueda aspirar un partido de principios ni el único resorte que pueda manejar para influir en los destinos del país…Solo los partidos que no tienen más objetivo que el éxito aplauden a benefactores que los acercan al poder a costa de sus propios ideales.”

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