Redacción Internacional.- ¿En cuántos hogares de Latinoamérica no hay un salero? Su ausencia en la mesa es difícil de imaginar, pero la necesidad de que no esté como medida preventiva es imperiosa, según las recomendaciones del Ministerio de Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de nuevos estudios que advierten sobre los riesgos del consumo en exceso de este ingrediente.
Este cambio en su función cerebral se produjo, incluso, si la dieta en sal no había elevado su presión arterial. “Informamos que los ratones alimentados con una dieta alta en sal desarrollan hipoperfusión cerebral marcada y una profunda alteración en la regulación endotelial de la microcirculación cerebral, lo que lleva a un deterioro cognitivo posterior”, señala el estudio.
Este hallazgo no es el único que apunta a la necesidad de reducir el consumo de sal para prevenir enfermedades. Un estudio observacional presentado a finales del año pasado en Lisboa, durante el congreso anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes –que recoge el diario El Mundo de España–, encontró una relación entre la ingesta de esta sustancia y el desarrollo del tipo II de dicha enfermedad. Bahareh Rasouli, investigadora del Instituto de Medicina Ambiental del Karolinska Institutet (Suecia), autora principal del trabajo, explica que por cada gramo extra de sodio –componente principal de la sal– consumido al día aumenta, en promedio, un 65 por ciento el riesgo de desarrollar este mal.