La industria del videojuego contraprograma a Trump

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Donald Trump no es el hombre más sutil del mundo, y tras el atentado del instituto Marjory Stoneman, en el que un joven asesinó a 17 estudiantes usando un rifle de asalto, el presidente de los EEUU recurrió a un recurso muy manido para buscar culpables: los videojuegos tenían la culpa.

El Mundo

Donald Trump no es el hombre más sutil del mundo, y tras el atentado del instituto Marjory Stoneman, en el que un joven asesinó a 17 estudiantes usando un rifle de asalto, el presidente de los EEUU recurrió a un recurso muy manido para buscar culpables: los videojuegos tenían la culpa.

Al margen de la respuesta de la comunidad de jugadores y las redes sociales, que no tienen en demasiada estima al presidente por lo general, la Casa Blanca decidió que era un buen momento para convocar a varios representantes de la industria del videojuego para hablar de cómo el medio afecta a los jóvenes y si realmente tienen culpa de que haya tiroteos en colegios.

Según informaba The Washington Post, como representantes de los videojuegos, asistieron los directivos de la principal asociación de creadores de videojuegos de EEUU (la ESA) y los CEOs de Zenimax y Take Two, bajo cuyos sellos se desarrollan y distribuyen juegos como Skyrim o la saga Grand Theft Auto. Frente a ellos, se encontraban algunos críticos del videojuego, como el senador de Missouri, Vicky Hartzler; o Brent Bozell, de la PTV, una importante asociación de padres.

El conflicto estaba asegurado, pues Bozell es de la opinión de que los videojuegos deberían ser tan vigilados como la NRA, la asociación del rifle de EEUU. La presencia de figuras de este perfil han creado un miedo a una regulación más dura con los juegos violentos.

Pero el mismo día que esto ocurría, grandes compañías de videojuegos han decidido anunciar un puñado de nuevos títulos, como si no fuera con ellas la cosa. Y no juegos sin importancia: son grandes títulos que mueven a millones de jugadores.

Puede que sea una coincidencia, pero que Activision anuncia Call of Duty: Black Ops IIII (sic) el mismo día que Ubisoft confirma el desarrollo de The Division 2 y que Nintendo emite en directo que Super Smash Bros. llegará a Switch en 2018 es, como mínimo, algo muy curioso.

No hace falta hablar de Call of Duty como saga de videojuegos de disparos en primera persona que mueve año tras año (hay un juego cada otoño desde hace una década) millones de dólares.

The Division 2 sí necesita algo más de introducción: es la secuela de un tipo de videojuego de disparos tan centrado en conseguir equipamiento mejor con cada combate que en volar muchas cabezas en los mismos. Fue una apuesta arriesgada por parte de Ubisoft que vendió bien, pero que no tuvo el largo alcance ni la comunidad de jugadores detrás que su prinicpal competencia, Destiny.

En cuanto a Super Smash Bros. es un juego de peleas en el que personajes de Nintendo se zurran de lo lindo y en que suele haber también luchadores de otros videojuegos relacionados con Nintendo de alguna manera. En su última encarnación, se vendieron alrededor de 15 millones de copias entre sus dos versiones, la de Nintendo 3DS y la de Wii U.

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