Raúl Castro deja el poder pero sigue siendo influyente

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Raúl Castro tenía poco más de 20 años cuando comenzó su labor política y pasó casi seis décadas administrando y dirigiendo el Estado socialista creado tras el triunfo de la revolución en 1959.

LA HABANA (AP) — Durante una hora y media los cubanos escucharon el discurso de Raúl Castro tras ceder el poder a Miguel Díaz-Canel. Hubo improvisaciones y bromas y de a ratos se lo vio distendido, algo poco habitual en un hombre corto de palabras en comparación con su hermano Fidel.

Raúl Castro tenía poco más de 20 años cuando comenzó su labor política y pasó casi seis décadas administrando y dirigiendo el Estado socialista creado tras el triunfo de la revolución en 1959.

Y si bien sigue siendo la persona más poderosa en Cuba, el dirigente de 86 años está saboreando públicamente la posibilidad de un retiro parcial.

Tras el balance de su gestión y las deficiencias del país, Raúl Castro hizo comentarios sobre sus tres bisnietos y el que viene en camino y recordó anécdotas de su padre español. “Tengo ya 87 años que cumpliré el 3 de junio, no lo digo para que me manden algún obsequio”, bromeó ante los diputados al tiempo que explicaba que espera que Díaz-Canel lo suceda también como secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Pero en un sistema político tan complejo como el cubano, la salida del Ejecutivo de Raúl Castro, quien durante 12 años fue presidente tras la enfermedad del ya fallecido Fidel, no significa su alejamiento: hasta 2021 seguirá siendo secretario del PCC, el único partido con estatus legal y que según la constitución tiene la tarea de dirigir a la sociedad.

Aunque no suelen ser públicas, las reuniones del PCC son un espacio de debate de los problemas de los cubanos que incluyen desde los bajos salarios y el deterioro de los servicios públicos hasta el alcance de la actualización del modelo económico isleño promovida por Castro y que incluyó la apertura a la iniciativa privada y la reforma de las empresas estatales.

El partido también juega un papel en un sinnúmero de cuestiones de la vida diaria cubana, desde las fumigaciones masivas contra el dengue hasta la organización de las evacuaciones en temporada de ciclones.

Tener un aval del partido funciona como una recomendación para los puestos laborales -aunque no es excluyente- y se menciona en el nivel oficial como un mérito que abre puertas.

“Que Raúl siga al frente del Partido Comunista es garantía de continuidad. También es una tranquilidad para quienes puedan estar nerviosos por tener otra generación en la presidencia”, explicó a The Associated Press el profesor de marxismo Harold Cárdenas cuyo portal, “La Joven Cuba”, fue censurado por las autoridades en 2012 pese a ser de izquierda. El sitio fue reabierto gracias a la intervención directa de Díaz-Canel, entonces vicepresidente, con el objetivo de fomentar el debate entre los jóvenes.

La emotiva ceremonia de salida del Ejecutivo tuvo un fuerte simbolismo, como la difusión de una canción de homenaje del trovador Raúl Torres que en su momento dedicó otra para las exequias de Fidel en noviembre de 2016.

“Que sepas bien que tu fidelidad nos inspiró/Entonces sí, ahora sí puedes ir feliz/Confiado de que no serás el último mambí”, dice el tema que se publicó en medios de prensa oficiales acompañando de galerías de fotos de los hermanos Castro.

Pero Torres aclaró que su composición no es una despedida.

“Es una canción de pre-nostalgia, no de tristeza, porque Raúl seguirá siendo una guía”, comentó a AP. “Reconociendo los méritos, el padre que él ha sido para nuestra revolución… él siempre tendrá voz y voto”.

En los últimos meses nadie estaba seguro si realmente se produciría el recambio en el Ejecutivo pese a que Raúl Castro había anunciado su intención de no reelegirse y siempre había cumplido su palabra, como cuando prometió a los cubanos acceso limitado a internet, entrega de tierras en usufructo o créditos bancarios.

Junto a él gobernaron octogenarios dirigentes guerrilleros como el comandante Ramiro Valdés y José Ramón Machado Ventura, compañeros de lucha de los Castro y quienes en reiteradas ocasiones lograron desplazar del ojo público a los jóvenes que aparecían como los eventuales sucesores de la “generación histórica” acusándolos de ser poco leales a la revolución.

“La dinámica de cuánto margen tenga Díaz-Canel para hacer su gestión real de gobierno no la sabemos aún”, reconoció el profesor Cárdenas.

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