Artículo Claudia Hernandez – La fe de los libertadores de la Patria

FB IMG 1516934414505 1 2 e1542031627596
FB IMG 1516934414505 1 2 e1542031627596
El 16 de julio de 1838 se funda la sociedad secreta La Trinitaria, con el objetivo de difundir las ideas independentistas y de lograr efectivamente la independencia del país. El joven Juan Pablo Duarte, hijo de comerciantes y perteneciente a la pequeña clase media de la ciudad de Santo Domingo, es el líder de esta asociación de carácter liberal que encarna los más altos ideales de la República Dominicana.

La Trinitaria.

El 16 de julio de 1838 se funda la sociedad secreta La Trinitaria, con el objetivo de difundir las ideas independentistas y de lograr efectivamente la independencia del país. El joven Juan Pablo Duarte, hijo de comerciantes y perteneciente a la pequeña clase media de la ciudad de Santo Domingo, es el líder de esta asociación de carácter liberal que encarna los más altos ideales de la República Dominicana.

LA FE DE LOS LIBERTADORES DE LA PATRIA.
Po r Dra. Claudia Hernandez 

Prácticamente nada, o tal vez muy poco, se ha escrito acerca de la fe de nuestros libertadores, y del pensamiento religioso de los forjadores de las nacionalidades latinoamericanas.

Aunque abundaba en ellos como eje común el anticlericalismo imperante en los librepensadores de su época, que veían la religión organizada como perpetuadora del status quo, y como protectora de los poderosos terratenientes y representantes de la Colonia, no está demás decir, que la gran mayoría de ellos tenían conocimiento de los principios y verdades libertadoras contenidas en las Sagradas Escrituras, y del pensamiento liberal de Jesucristo, que al igual que ellos, se encontró enfrentado a un sistema farisaico estacionario, enclavado en la religión y el tradicionalismo, que con su indolencia e indiferencia hacia los asuntos de esta Tierra venía más bien a ayudar al conquistador y opresor de su tiempo: El gran imperio Romano.

Artigas, Bolívar. Duarte, Güal, Hidalgo, Martí, Morazán, OHIggins, Juarez, Francisco de Paula, Santander, Miranda, Kanki y San Martín, todos, compartían ideales basados en las ideas libertadoras que el pueblo hebreo había exhibido durante sus deportaciones y persecuciones milenarias. Conocían de la saga de Moisés ante Faraón, la valentía y el coraje de los macabeos, y algunos podían hasta recitar pasajes del Libro de los Salmos, donde el inspirado escritor narraba del amor y el sentido de nación que Dios había puesto en el corazón de cada mujer y hombre por la tierra que le vio nacer.

No podemos negar que la gran mayoría de ellos, formados desde pequeños en las instituciones académicas católicas, o habiendo servido como monaguillos, y otros hasta como sacerdotes dentro de la Iglesia de Roma, habían recibido precisamente en las entrañas del monstruo al cual ahora desafiaban la instrucción primaria acerca de las creencias y tradiciones judeo-cristianas, en los catequismos previos a los sacramentos de los que participaron.

Pero su acercamiento a las sociedades masónicas, que eran más abiertas en la comunicación de ideas más liberales y de avanzada, partiendo del texto mismo de la Biblia, así como la gran influencia que ejerció la practicidad y pragmatismo de la corriente protestante reformadora en los firmantes de la Declaración de Independencia en los Estados Unidos, había hasta cierto punto venir a afirmar, desde la perspectiva trascendental y metafísica, los ideales de la Revolución Francesa, que eran la punta y el puño de lanza que encendieron el fuego libertador por toda Suramérica. En este artículo me concentro en el padre de la nación Dominicana, Juan Pablo Duarte, (1813-1876), quien murió en el destierro en Venezuela, aferrado del Libro de los Libros, el cual le traía resignación y esperanza. Al esbozar su proyecto de nación, colocó en la bandera dominicana las palabras de Dios, Patria y Libertad, dando a Dios el primer lugar en este eslogan de nación. Basado en la numerología bíblica, que pone especial énfasis en el número 9 (nueve frutos y nueve dones del espíritu siendo tres el número de la Trinidad de Dios y seis el número del hombre, porque fuera creado en el sexto día, el nueve viene a significar la unión de Dios con el hombre, que se manifiesta en dones o frutos espirituales cada uno de estos nueve miembros tenía la misión de traer a tres personas y a disponer sus actividades en grupos de tres.

La noche de la constitución de esta sociedad secreta, cada uno de sus integrantes, juraban lealtad ante un documento que rezaba así: «En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: Juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro Presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes, a la separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana. Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja; y de no, me lo tome en cuenta y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo.»Después de suscrito el documento, este se firmó con sangre sacada por cada uno de los firmantes de sus venas.

Desde el nombre de la nueva nación: República Dominicana, – de Dominus, la nación del Señor o de Dios – hasta el alto grado de simbolismo de su bandera, donde aparece la cruz blanca, en recordación del sacrificio de Cristo, y las palabras contenidas en su escudo: Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres un pasaje del Libro neotestamentario de Juan todos estos elementos dan testimonio fehaciente de la gran influencia bíblica cristiana en las mentes y corazones de los forjadores de la patria que nacía en la parte oriental de la isla de la Hispaniola.

«La cruz blanca dirá al mundo subrayó el evangelista que la República Dominicana ingresa a la vida de la libertad bajo el amparo de la civilización y el cristianismo.» Agregando «No es la cruz de nuestra bandera el signo del padecimiento, sino el símbolo de la redención ». Los firmantes, puestos en pie, escucharon estas palabras como si descendieran del cielo, por un apóstol inspirado que profetizaba imbuido por una misión divina. Después de todo, los criollos dominicanos se liberaban del pueblo haitiano, el cual basaba sus creencias religiosas en las tradiciones animistas expresadas a través del vudú traído de África, con sus prácticas que incluían el fetichismo, los rituales y los trances demoníacos, y que por medio de un subrepticio sincretismo se habían introducido sigilosamente en las tradiciones católico-romanas del Caribe, las cuales Duarte comprendía que tenían que ser erradicadas de raíz, para que la nueva nación tuviera una independencia en las tres esferas de la existencia: la material, la intelectual y la espiritual.

Es con orgullo que los dominicanos ondeamos a los cuatro vientos los fundamentos cristianos que dieron origen a nuestra nación, esperando ansiosamente el momento en que no sólo en nuestra bandera o símbolos patrios, sino en nuestros corazones, estos valores sempiternos vengan a ser escudo e insignia en nuestras conciencias y corazones.

Sobre el Autor

Agencias De Noticias

TRA Digital

GRATIS
VER