Los partidos políticos son conglomerados de hombres y mujeres, ciudadanos con pleno ejercicio de sus derechos y deberes, cobijados bajo los colores partidarios y principalmente de la misma ideología. Aunque exista la disidencia respecto a la forma de cómo proceder en el quehacer electoral, en estas organizaciones convergen personas de todos los extractos sociales, desde los más renombrados intelectuales hasta los más humildes obreros; por la sencilla razón de que todos tienen su radio de acción en sus demarcaciones.
Un talón de Aquiles que exhiben los partidos, es la incapacidad de entender que su potencialidad no habita únicamente en la inteligencia ni en la independencia de pensamiento de sus militantes. Sino, más bien en la disciplina para acatar las líneas partidarias que comulguen con el bien común. El aspecto decisivo debe predominar en la cúpula, siempre y cuando, no se encuentre desconectada de sus bases y la sociedad.
Una directiva desfasada es la única explicación para permitir que su organismo juvenil, cada tiempo que debe ser renovado, solamente asciendan a la cabeza del mismo los hijos de connotados dirigentes del mismo. En ocasiones con luces y en otros casos simplemente cuentan con su apellido. Peor aún, la tristemente célebre dedocracia, llega a colocar a los recién llegados que solo cuentan con abolengo y grandes carteras y los imponen por encima de todos sus dirigentes que han sudado y entregado años al servicio de su partido.
Existen cientos de estos casos en la historia política latinoamericana, podemos ver en Colombia como los emblemáticos, Luis Carlos Galán Sarmiento y Rodrigo Lara Bonilla hastiados del manejo sectario y distanciado de la realidad social colombiana, fundaron en 1979 el movimiento “El Nuevo Liberalismo” para enfrentar las practicas que alejaban al Partido Liberal de la misión para la que fue creado.
También se puede apreciar la actitud del profesor Juan Bosch contra el inmediatismo electoral que asumió el PRD iniciando los años 70. Lo que provocó su salida del perredeismo y la conformación del PLD. El pasar del tiempo le ha dado la razón al Prof. Bosch, en la actualidad el PLD se ha solidificado como la maquinaria electoral más exitosa y el partido del jacho, bueno que decir si ya ni alumbra.
El principal partido opositor actualmente es el PRM, un desprendimiento del PRD. Erróneamente apelan al inmediatismo electoral, solo piensan en los próximos comicios y los cargos electivos para disputar y ver si se alzan con la cuota de poder más elevada. Bosch fue condenado por anunciar el PLD en 1973 y se creyó que fue el gran perdedor. El PRD no pudo competir en las elecciones del 74 encabezando el “Acuerdo de Santiago”, por razones conocidas y cuatro años más tarde, se dirigió a 8 años de gobierno. A partir del 1986, salen del poder y no es hasta el año 2000 que logran retornar y desde el 2004 no han vuelto, peor aún, destruyeron el PRD y el PRM no comprende que debe crear las bases de sus estructuras, asumir las demandas populares y abrirse a la sociedad. Solo piensan en las elecciones próximas y esa actitud vislumbra una división inminente.
Penosamente su juventud únicamente se encuentra disputando sus espacios para aspirar a cargos congresuales y municipales, sin buscar la forma de crear vínculos con la lozanía apartidista, pero al momento de manejarla como una cofradía en la que solo existen quienes cuentan con abolengo, dinero y los demás que solo saben aplaudirles y decir que sí. Los que tienen capacidad no tienen cabida de no emular lo señalado por Juan Bosch en su cuento La mancha indeleble, cito la frase en cuestión: “Entregué su cabeza y cuélguela en la pared.” De lo contrario, será vilipendiado y víctima del descredito, sin embargo olvidan que al señalar con el dedo, tres los señalan a ellos.
Inmediatamente quien deja de sentirse identificado con su accionar, se convierte en el blanco de sus “seguidores”, quienes se constituyen en asesinos de la moral. Simplemente, por la intolerancia manifiesta contra quien no comparte sus opiniones ni cree en sus prácticas disonantes y discursos carentes de coherencia. Cuando no se cree más en algo, lo correcto es abandonarlo y formar filas donde se siente representado. Citando al Che Guevara: “La revolución no se lleva en los labios para vivir de ella, se lleva en el corazón para morir por ella.” Frase que aplica a la perfección para la democracia.
Incluso fracasan en el aspecto comunicacional, no son capaces de expresar argumentos válidos, solo recurren a los ataques en el debate de las ideas que es la política, sin entender que deben proyectar propuestas y no exclusivamente agresiones. Los discursos de confrontación no ganan elecciones, según el asesor electoral, Mario Rioda plantea lo siguiente:“Cuando falla la política, no hay que cambiar la comunicación, hay que cambiar la propia política y ahí cambiara también la comunicación.”
Una concepción ideológica para la conformación de una organización política, deberá llevar sus principios a la victoria solo cuando sus cuadros de adeptos reúnan los elementos de más entereza y de mayor fuerza de acción. Haciendo de dicho partido, la falange primordial de la lucha proselitista, lo explicado por Bosch al negarse a cuantificar sin cualificar a los miembros del PLD.
Paradójicamente, el inmediatismo electoral ha evitado que el partido y los seguidores de Peña Gómez puedan ver más allá de la curva. El Partido Revolucionario Moderno acarrea los mismos vicios del PRD y peor aún, es resultado del inmediatismo electoral, fue erigido únicamente para competir en las elecciones del 2016 como objetivo principal y lo secundario destruir políticamente a MVM y al PRD.
Para concluir, cito al emblemático Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.”
