Campaña política y el Senasa

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Desde que amanece, este país respira política por las cuatro esquinas. Si al dominicano le dieran a escoger entre su comida preferida (arroz, habichuela y carne), su tradicional celebración de Navidad y la discusión apasionada sobre los partidos y sus dirigentes, dudaría en la selección. Más si se acerca la gran batalla. 2019 es un año pre-electoral y ya se percibe relámpagos y truenos a ratos ensordecedores. 

Tal pasión no resulta mala en sí, pero debería tener límites, y corresponde a los políticos comedidos demarcarlos y modelarlos porque, a menudo, se cae en exageraciones que perjudican a la sociedad, como esa de poner en la mira acciones gubernamentales positivas, en tanto se entiende fortalecerían al partido oficialista.  

El estatal Seguro Nacional de Salud (Senasa), por ejemplo, debería estar fuera del discurso político que embarra todo para lograr objetivos  económicos y ascendencia social aunque el colectivo se hunda. 

Tal institución ha de ser la mimada no solo del Gobierno, sino de toda la oposición, de los “independientes” y de los empresarios blancos, azules, rojos, morados, negros, amarillos, bayos… Porque representa un tubo de escape que contribuye a aminorar las probabilidades de explosiones sociales de gran calado. Protestas que no discriminarían entre ricos y pobres, gobierno y oposición.

¿Qué pasaría si cuatro millones de indigentes no gozaran hoy de servicios de salud subsidiados a través de la ARS Senasa?

Hoy es distinto a ayer. Predomina en los dominicanos una conciencia más definida sobre el reclamo de derechos humanos como el de la salud. Y la aseguradora estatal camina en esa dirección, pese a la competencia desleal hasta de instituciones estatales, y de los nudos gordianos de una ley que nació coja y en la actualidad resulta impertinente (87, de 2001),      

Por sus características y la manera como se gestiona, el Senasa ha de ser librado de ataques irracionales y componendas politiqueras que atenten contra su estabilidad y el destino de sus afiliados: 4 millones de seres humanos muy pobres y un millón en el Régimen Contributivo.

Se trata de una de las instituciones estatales que rompe con el mito de lo público como sinónimo de caos. Hasta ahora exhibe altos niveles de transparencia en sus procesos, en su salud financiera y en apertura democrática, con escasos antecedentes en el patio. 

En su personal abundan muchos colaboradores vinculados a los partidos Revolucionario Moderno, Revolucionario Dominicano y otros emergentes de la izquierda y de derecha, sin que la ideología sea motivo de persecución. Y eso es un logro en un país donde, ya en empresas o en instituciones, se suele evaluar al colaborador en función de conveniencias políticas y hasta de relaciones primarias.  

Nunca será una idea productiva el asumir como tema de discurso político de campaña a la ARS Senasa. Herirla, atacar su bien ganada reputación e imagen, implicaría herir y atacar la existencia de cuatro millones de dominicanos pobres que solo hallan solidaridad en ella. Herirla y atacarla implicaría atentar contra un millón de seres humanos que, en el mercado, han hallado en ella la mejor opción a través del Régimen Contributivo. 

Y embarcarse en tarea tan inhumana, a la corta o a larga, tal vez cuando llegue la hora de las votaciones, tendrá una respuesta negativa contundente. Hay otras estrategias discursivas que ayudarían a fortalecer candidatos y partidos. Exploren y experimenten con ellas. El desconocer lo bueno del contrario, a costa del sacrificio del pueblo pobre, representa un acto de mediocridad política que sepultaría a sus propios articuladores. Así que jugar a esa lotería sería una soberbia pérdida de tiempo. Se ve a leguas.   

Dicho, para que, en esta tierra “de sol y de sal”, mañana nadie alegue ignorancia.

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