Inicio este escrito con la siguiente frase de John F. Kennedy, cito: “Hay riesgos y costes en toda acción. Pero son mucho menos que los riesgos a largo plazo de una cómoda inacción.”
En días recientes, luego del final del agonizante año que culminó con la llegada del 2019 y con su venida se han caldeado lo ánimos en el terreno político; un periódico de circulación nacional publicó un “análisis”, que ni siquiera aludir su título vale la pena. En dicho escrito, se trata de desnaturalizar la actitud de un hombre que ha sido tres veces mandatario y actualmente presidente en tránsito, respecto a su determinación o decisión de colocar la banda presidencial nuevamente en su figura. Si algo han demostrado los ataques, las encuestas que con el pasar del tiempo han demostrado tener prestigio por certeras, aunque solo son criticadas por los derrotados y la paciencia de Job ante toda la incertidumbre electoral; luce ser que la óptica del “analista” esta algo empañada para poner en duda la determinación de la siguiente consigna del expresidente Fernández: No hay marcha atrás.
En el quehacer político no es extraño para un expresidente que ha sido testigo de toda estrategia proselitista para asegurar ventajas electorales, lo ruin que pueden tornarse los enfrentamientos políticos. Es bastante evidente que deben someter ante la razón los bríos emocionales que nublan la mente, el candidato a vencer con miras al 2020 es Leonel Fernández.
Ningún otro aspirante presidencial ni la oposición que anda más perdida que el hijo de Lindbergh, frase del argot popular, que hace alusión al tristemente célebre secuestro del vástago del afamado aviador; el único precandidato presidencial que ha demostrado músculos es quien ha sido bautizado por sus seguidores como El León.
Para los comicios de 1996, el expresidente Fernández fue descartado por muchos al tener el gran reto de enfrentar a uno de los tres políticos más grandes del siglo XX en el país, José Francisco Peña Gómez y ante todos los pronósticos de derrota consiguió pasar a la segunda vuelta y eventualmente vencer a Peña Gómez. Luego al salir del gobierno en el año 2000 fue perseguido, vilipendiado, sometido al peor descredito, nuevamente descartado y denominado “muerto político”; 4 años más tarde volvió a escalar los resortes del poder con el tercer porcentaje electoral más alto en unas elecciones presidenciales un 57% ante un PRD que luego de ese proceso inició su desconexión con el electorado y su eventual disminución política. Demostrando que Sir Winston Churchill no se equivocó al pronunciar su frase lapidaria, cito: “La política es casi tan excitante como la guerra y casi igual de peligrosa. En la guerra solo te pueden matar una vez, pero en política muchas veces.” Para su reelección en el 2008 enfrentó al actual Canciller de la República, uno de los empresarios más ricos de nuestra media isla y lo venció con un 54% solamente disminuyendo 3 puntos porcentuales en la preferencia de los votantes.
Si algo ha dejado claro el paso del Dr. Fernández por la historia política nacional es que no debe ser subestimado. En las sagradas escrituras, reza lo siguiente en su versículo Mateo 7:15-20, cito: “Por sus frutos lo conoceréis.” El expresidente Fernández no es un hombre que pueda ser señalado de carecer de seguridad en sí mismo ni mucho menos de determinación. Quien incurra en tan lastimosa pifia, simplemente exhibe la incapacidad de observar la realidad política y únicamente puede apreciar las cosas según su conveniencia. Cito un fragmento de las 48 leyes del poder de Robert Greene: “La más importante de esas habilidades, y la piedra fundamental del poder, es la capacidad de dominar sus emociones.”
Así ocurrió luego de que el difunto líder reformista saliera del poder en 1978 y lo mantuvieran fuera hasta 1986. En el lapso de los 8 años del PRD frente a la cosa pública, era impensable que el Dr. Balaguer nuevamente pudiese volver a ocupar el solio presidencial, pero así lo hizo producto de una administración perredeista que luego del suicidio de Don Antonio Guzmán, todo fue manga por hombro. Los últimos 10 años del expresidente Balaguer fueron su reivindicación ante el país y la historia.
En política la percepción es realidad y la actual apreciación de la coyuntura electoral del 2020 es el regreso de Leonel Fernández y la concretización de que el PLD, obtendrá lo que ningún otro partido en el país ha alcanzado, la alternabilidad del poder. En el ejercicio político lo más difícil es construir la victoria, por eso es bastante risueño tratar de edificar un discurso de titubeos respecto a un expresidente con todas las posibilidades para volver a ser quien dirija los destinos de la nación.
Entre más avance la campaña, mas acerbas serán las críticas y más acertadas las réplicas del expresidente Fernández quien contra viento y marea ha dejado claro que deben abrir paso porque va para el Palacio Nacional. El problema es que muchos lo atacarán como puntas de lanza pero no están en el peso del Dr. Fernández para que este les responda, por tanto cito otra lapidaria frase de Churchill: “Nunca llegaras a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra.”
Las luchas de poder, siempre podrán llegar a un punto de confrontación tal que los ataques sean únicamente insultos. Podemos evocar la convención demócrata donde John F. Kennedy se alzó con la candidatura presidencial, Hubert Humphrey arremetió con un alegato difamador respecto al origen del patrimonio familiar Kennedy. Pero, al final JFK se impuso sin importar los golpes y demás ruidos sin sentidos, antes que dañar su imagen, los garrotazos políticos lo fortalecieron y lo ayudaron eventualmente a residir en la Casa Blanca.
Creo prudente concluir con la frase de Bertolt Brecht, cito: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.”
