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EL CULPABLE ES EL CULPABLE Y MOCA SALIÓ PREMIADA

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Por: Valentín Medrano Peña.

Al juez de la instrucción le bastó el hecho de la consumación del homicidio y que le presentaran a la joven imputada como autora o cómplice. Pensar en la andanada de críticas que recaerían sobre él si no imponía la prisión solicitada, no fue algo que hizo, no pensó en el ello, no pensó en nada más que en la persecución habitual venida de sus superiores y sus lineamientos, tampoco escuchó los alegatos de las partes, sólo actuó como autómata e impuso la medida que se le solicitó.

Corría el año 2008, y en aquella época, en la Provincia Santo Domingo, los fiscales que investigaban esperaban en el patio de aquel Palacio de Justicia, que se haría famoso por impartir justicia penal en un furgón, y es que para la ocasión los fiscales que investigaban también conocían las solicitudes de medidas de coerción.

Al llamar el turno de la audiencia contra Marta Augusta, el fiscal Yorelbin Rivas, un joven y responsable practicante del derecho, tomó el lugar a la derecha por ante y frente al juez de la instrucción. Rivas leería los cargos que pesaban contra la ahora imputada, sosteniendo que:

“En el sector de Guaricano el joven José Stalin, nombrado como el dictador ruso, compartía con su también joven amiga en una zona residencial, cuando fueron atacados por delincuentes que intentaron robarles. Los cacos portaban armas de fuego y apuntando con ella le solicitaban al joven Stalin que les entregara su celular, a lo que este se negó prefiriendo lanzarlo lejos de la escena. Los delincuentes viendo frustrado el objeto de su atraco, dispararon al joven muchacho a quien quitaron la vida.

La investigación se hizo en torno al celular lanzado por Stalin, del que dias después se hicieron algunas llamadas a un específico número y luego era apagado. Al contactar al receptor de las llamadas, este dijo a la policia que las llamadas en cuestión se las hacia su novia, que fue arrestada y a quien se le conocía medida de coerción por su vinculación con el hecho de sangre. No bastó que esta señalara que dicho celular se lo empeñó a un joven vecino para que el mismo lograra cumplir con unos compromisos en su natal Azua, y que por igual su abogado narrara hechos en ese sentido con cierta verosimilitud y sobre todo, lógica.

El juez impuso la prisión como era de esperarse entonces, y la joven estudiante y empleada privada vio cambiar drásticamente su vida. Sumida en llanto gritaba su Inocencia sin lograr compadecer al inhumanizado sistema.

Al bajar de audiencia el joven fiscal Yorelbin Rivas, quien nunca pensó en aquel momento que diez años después sería el fiscal titular de Espaillat, fue abordado por familiares de la joven imputada, quienes presentaron ante este a una mujer anciana, que le ofertaba una versión aún más lógica de los hechos, y con su participación personal en ellos. Contaba la mujer, que había encontrado en horas de la mañana siguiente a la muerte nocturna del joven Stalin, a unos metros del luctuoso hecho, tirado entre las yerbas, un aparato celular en tres piezas separadas y que al unirlas notó que el mismo encendía. Que pocos días después, un joven vecino a quién identificó, le fue a solicitar Doscientos pesos prestados que no tenía, pero por el aprecio que sentía por este agradable vecino, le propuso prestarle el celular para que intentara empeñarlo y obtener lo que requería. Dijo también que sabía que la joven imputada solía prestar a cambio de alguna garantía, para ayudarse en sus estudios universitarios, y que el vecino fue y le empeñó el objeto a sugerencia propia, razón por las que estaba en poder de Martha Augusta.

El fiscal consideró lo lógico de lo así expresado, pues era muy poco probable que los ladrones, luego de matar al joven, se tomaran el tiempo para buscar en lugar desconocido el celular así lanzado.

Reunió el fiscal más informaciones de la joven y de los hechos y acudió a la Corte de Apelación el día que dispusieron para conocer la apelación de la medida, abordó a la Procuradora de Corte, la Magistrada Carmen Díaz Amezquita, y ambos hicieron posible el surgimiento de la justicia al solicitar la libertad a una clara inocente.

El relato era simple y lógico. Resultaba obvio que los ladrones homicidas no esperarían a ser capturados mientras buscaban el objeto de su atraco lanzado a la oscuridad, misma en la que muchas veces se sume el sistema de garantías penales.

Gracias a la objetividad de esos fiscales se mitigó el daño, pero también desveló el riesgo en el que vivimos y las carencias de seguridad jurídica.

Y se hizo una justicia sobrevenida, el grato sabor que en casos como este tiene la apariencia de volver todo al estado anterior como efecto, pero en la realidad es mucho más, produce la agradable sensación que funde las esperanzas, la fe y el amor, luciendo espiritual, pues la justicia es hacer lo correcto, dar a todos los que les es dables, y en el caso de los funcionarios involucrados, la satisfacción del deber cumplido y el orgullo por hacer lo correcto son malas artes.

El dolor de quienes hemos sido víctimas del crimen es comprensible, pero nunca debe llevar al sistema a administrar el odio de los afectados y dirigirlos hacía aquellos de quienes no están seguros que han participado en los hechos.

La labor del ahora fiscal titular de Moca, incluyó una jornada de concientización de las deudos del joven Stalin, que debería ser inoculado a todo ciudadano que compone o propulsa el populismo. Moca se saca los premios con este joven fiscal, pero todos podríamos beneficiarnos aprendiendo de su objetividad y responsabilidad.

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