Estimado presidente

Después de escuchar su discurso aceptando la candidatura presidencial por el PLD no nos queda más que desear que sus reflexiones sobre nuestro futuro se conviertan en una realidad.

No es necesario que ponga en duda su palabra queriendo garantizarla con nuestro Dios. Todos los Dominicanos conocemos nuestra política y no tenemos ninguna duda que su deseo original de no repostularse era sincero, pero la política es un arte cambiante que no necesariamente es auto controlable.

Sí deseamos que sus deseos de funcionarios humildes, austeros, humanos, y otras cosas que implican los siete pecados capitales, lo veamos como una novedad en los gobiernos nacionales, ya que hasta ahora no lo conocemos.

Usted ha hecho un gobierno aceptable para la gran mayoría de los dominicanos. Si el pueblo lo elige de nuevo para dirigir la nación será por su obra realizada y no necesariamente deseo divino.

Al fin y al cabo, Dios nos da la vida y también nos la quita. Lo que hagamos con ella será el testimonio de nuestro ser y no una imposición divina.

Adelante que aunque no lo crea confiamos en usted.

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