Ya se acercan las elecciones, aprovechemos. No sabemos porque, pero suena como que ya viene la nochebuena. En tiempo de campaña aparecen las promesas y como en navidad, el despilfarro.
Se saludan personas por su nombre y después no se acuerdan ni del apellido. Ya se bajan las ventanas de las jeepetas como se permite que los bares no cierren sus puertas temprano. Lo único que no cambia es que volvemos a repetirlo cada cuatro años y parece que lo disfrutamos.
Cuándo aprenderán a valorarnos como seres humanos y no como mercancía que se compra con una sonrisa obligada que al dar la espalda se ahogan las manos en alcohol, sucias de abrazos y apretones hipócritas.
¿Realmente nos gusta? Pero por la necesidad de un pueblo pobre, igual que el que apuesta en la lotería.
Que pena da y por otro lado risa cuando los aspirantes a cargos verdaderamente creen que se les valora como humanos.
Tan hipócritas somos los unos como los otros, pero no importa porque ahora llega la época de la simpatía
