La paz del mundo, no es la Paz de Dios

Por M. Adames

Una negra sombra se cierne sobre todo el mundo. Tal parece que días turbios están a la vuelta de la esquina. La sensación de consternación y desesperanza es abrumadora.

Lo que es más desgarrante aun, es que Dios no está, aparentemente, en disposición alguna de cambiar nada. De hacerlo así, Dios tendría entonces que cambiar o anular todo lo que ha dicho por siglos, por medio de sus Profetas y de su Palabra revelada.

Siendo así las cosas, yo, personalmente, no oro por la paz, ni en este país, ni en ninguna otra parte del mundo. Lo que está escrito, así será. De todas maneras, no importa cuánto ore por ella, la paz por la cual yo estaría orando, no es la Paz que ya Dios otorga a todos aquellos a quienes Él llama como sus hijos.

La Paz que reside en todo aquel que ha entregado sus planes, sus anhelos y su vida misma a Dios, tiene muy poco qué ver con la consternación y el desasosiego que abruma al mundo en estos días.

Es innegable que ante la crueldad y maldad humanas, frecuentemente somos tentados a pensar que de alguna manera existe algún privilegio epistemológico diferencial, entre los que hacen lo bueno y los que se deleitan en el mal.

Si recordamos que el mismo Dios, quien nunca olvida que somos polvo, es el mismo Dios quien por medio del profeta exclamara:

“Todos se apartaron, á una fueron hechos inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno,,,” [Romanos 3:12 | Versión Reina Valera, 1509].

Los que son malos, no son malos por lo que hacen, sino por lo que no han hecho: El que en Él cree, no es condenado; más el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. [Juan 3:18 Versión Reina Valera, 1509].

Por el otro lado, el bien que muchos hacen, no los ubica en una mejor posición ante Dios, que aquellos a quienes consideramos “malos”, ni tampoco relega a estos últimos a alguna condenación que haya sido concebida solo para estos.

Aunque los pasajes citados no hacen necesariamente referencia al tipo de bien o mal que serian propios de una vida de piedad y compasión, no menos cierto es que el modelo expresado por los mismos también se aplica al hecho de que nadie es merecedor de nada de parte de Dios.

Cristo mismo se despojaría de su misma gloria, sin reparar que al hacerlo, Él iría a terminar asumiendo la naturaleza humana misma, para que con su acto de sacrificio se hiciera posible la Redención de todos lo que a Dios se allegan.

Los que somos ya cristianos, no somos buenos porque nos hayamos agenciado alguna prebenda espiritual que nos exima del trato que realmente merecemos. Esto ha sido posible, pues Dios tuvo a bien adoptarnos como sus Hijos. Y, eso es sólo un Don de Dios.

En la definición clásica de la Gracia de Dios, los que se allegan a Él, reciben lo que no merecen, para poder ser librados de aquello que sí, merecen.

Así que, no es que sean malos aquellos porque matan, ni que nosotros seamos buenos porque hayamos creído.  Tanto los buenos, como los malos, están bajo el designio del Dios Creador de todas las cosas; Dios es quien, sobre unos y otros, hace la lluvia caer.

La presente situación mundial indica que Dios está a punto de derramar una “lluvia tardía” de juicio sobre una generación incrédula y perversa. Es tiempo de reconocer que sólo Dios ha de restaurar todas las cosas.

Solo Dios puede regresarnos al Jardín del Edén en donde todos aquellos que creen en Él y lo aman, han de vivir en perfecta armonía con Aquel que los creo.

Orar por algo inútil no le hará daño—bueno eso pienso yo—pero ya no ore por lo que no puede ser—ni será. En cambio arregle su vida con Dios, y ya sea que en el transcurso de los días de sombras que se avecinan, vivamos o muramos, podamos tener la certeza de que Dios nos haya sostenido en la hora de la prueba, o que Él nos haya tenido por dignos de morir por Él.

Ante la proximidad de la hora negra, todos, cristianos y no cristianos por igual, debemos a una, reconocer que “Es por la misericordia de Jehová que no somos consumidos—porque nunca decayeron sus misericordias. [Lamentaciones 3:22 | Versión Reina Valera, 1509].

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1 Comentario

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  • Es mejor no irse tan lejos para hablar del peligro que se cierne en todo el mundo debido a la falta de paz,ahi mismo colega en nuestra nacion no se vislumbra paz alguna con esa ola de atracos cotidiana;con esa epidemia del dengue que ese gobierno no quiso reconocer negando su existencia hasta la saciedad,y,lo que fue peor debieron de morir cientos de hermanos dominicanos antes de ese mismo gobierno aceptar ante nuestra nacion la existencia de tan terrible epidemia;colega nos debe preocupar la carencia de la paz mundial,pero debemos mirar con cuidado la criminalidad enorme que diario a diario nos golpea,porque no crea usted colega que el hambre y la miseria que existe en nuestra nacion pueda alimentar un estado de paz real y verdadera,alla tenemos que unirnos como la hiedra y la pared del mar para crear una paz real y verdadera,entonces si,podremos preocuparnos mas por la paz mundial,por eso,hay que cristalizar nuestra paz dominicana primero.

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