El bajo mundo de las elecciones

Por Marino Ramírez Grullón

Aunque la Junta Central Electoral hace el mejor esfuerzo porque los procesos electorales, en particular el que termina de pasar quede lo más pulcro posible, el bajo mundo de las elecciones se impone con el patrocinio directo o indirecto de los partidos políticos actuantes.

El hecho de oponerse ferozmente al conteo escaneado de los votos ha sido un factor que demuestra poco deseo de que el sistema se modernice.

En esta ocasión fue la oposición pero a futuro si es el PLD el opositor también se opondría a la automatización porque el problema es que en este país todo el mundo piensa que lo engañan.

A menos de que esté pautado por ley que el voto sea electrónico y el conteo también, además de que se apruebe una ley de partidos como la sometió la JCE, es difícil que las elecciones avancen y se eviten los problemas suscitados ahora por el conteo manual.

A esto se agrega la compra y venta de cédulas promovida por los partidos.

El pago por el voto promovido por los partidos.

El robo y alteración de actas promovido por los partidos.

Todas estas actuaciones propias del bajo mundo son promovidas por los mismos partidos que luchan por ganar elecciones a cualquier circunstancia pero que luego niegan y atribuyen estas actuaciones a supuestos miembros desaprensivos de sus organizaciones.

Es decir aquí existe un nivel de comportamiento político electoral producto del miedo a perder y con el propósito de ganar ni importa bajo el método que sea.

Esto es sin distinción, de tal manera que los esfuerzos que realiza el organismo árbitro del proceso quedan eclipsados por el comportamiento irregular de uno de sus actores, los partidos.

En estas elecciones hubo atracos de miembros de partidos a otros cuando iban a repartir dinero para la compra de votos, pandillas armadas que en cierta manera y hasta con el apoyo de la Policía infundían terror a votantes democráticos.

Delitos electorales que para demostrar hay que tener las pruebas pero que se practican cada vez con más fuerza.

Las consideraciones de los delegados extranjeros son dignas a tomar en cuenta pero como ellos no conocen el bajo mundo de las elecciones no pueden opinar a fondo de los problemas que se originan en cada proceso, particularmente en el que acaba de terminar.

Si la Junta Central Electoral y el sistema de justicia no ponen corte a los delitos electorales que se incrementan en cada proceso al margen de los criterios profesionales de los organizadores pero con el patrocinio indirecto de los partidos políticos el sistema electoral del voto democrático tenderá a caerse más temprano que tarde.

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