Entre Juan Bosch, la delincuencia y las autoridades dominicanas (II)

toma amaericana999
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Por: Ramón Perdomo

Don Juan, pudo tener sus desaciertos y aciertos en la política dominicana, pero su interés didáctico no puede ser discutido, y precisamente al analizar las clases sociales no ha habido otro que haya superado esos planteamientos, y mucho menos algún profesional de la sociología que haya demostrado lo contrario de lo expuesto por el veterano intelectual criollo, el que sus seguidores, el que sus adláteres, el que la sociedad no le haya dado el valor de sus conceptos, confirma su versión de que esta es una sociedad de capitalismo tardío, donde el obrero y el burgués no conocen su papel, este último todavía usa fuerzas públicas (Policía Nacional o Guardias) para cuidar de sus negocios o empresas, en países de desarrollo capitalista, estos usan servicios privados y dejan a las fuerzas públicas de seguridad para que cuiden la sociedad, incluyendo sus bienes y la de los demás.

Cuando Bosch expuso estas conclusiones (1974) habían pasado 73 años (1943) de haberse dado visos en la República Dominicana de iniciar un proceso de incursión en un capitalismo más desarrollado, con las medidas que tomara el gobierno de turno encabezado por el tirano Trujillo, quien puso bases para ese proceso, pero hoy es una pura realidad que los políticos actuales le dan la espalda  a estas expresiones que dejó Bosch: “Si se les reconociera un lugar en ellas (refiriéndose a la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre en las relaciones de producción, nota mía), en la educación que dan en las escuelas dominicanas habría materias didácticas a darle a los niños y a los jóvenes de esas capas algunos conocimientos que los capacitara para hacer un trabajo provechoso para la sociedad”. Para dar razón a estas palabras, chequeemos los pensum de las escuelas públicas y además las críticas que se han hecho a los mismos por expertos en la materia y verán dan razón en el sentido de la “inobjetividad” de los mismos.

Los que quieran esconder que la mayoría de los actores principales en los hechos delincuenciales son jóvenes, que son frutos de esos hogares de la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre, que lo hagan, pero sabrán que los métodos para combatir esa ola delictiva no es con operativos de matanzas callejeras, porque las condiciones sociales que producen esos frutos seguirán, y al cabo de algunos meses los “liquidados”, serán sustituidos por otros que solo aprenden lo que le enseña la calle, y esa enseñanza es delinquir, mientras, subsiste el problema social en perjuicio de una parte de la sociedad que se convierte en victima en todos los sentidos: unos aportan los delincuentes y los otros las victimas de ellos; en el fondo será un circulo vicioso.

Esta ola delictiva, no puede verse como un hecho que se ha producido de la noche a la mañana, es un producto de años de no tomar en cuenta una capa social tan numerosa en nuestra sociedad, de donde no solo salen los delincuentes enfocados en estos momentos, sino que de ahí salen también muchos miembros de la Policía Nacional, del Ejercito, de la Marina de Guerra y la Aviación, que viniendo de esas capas sociales para ocupar los estratos más bajos de esos cuerpos castrense replican esas enseñanzas adquiridas en las calles, y de ahí que el 50% de los actos delictivos, cuenten con un ex miembro de sus filas, o con un miembro activo. No es tan simple como salir a matar los delincuentes, cuando es la propia sociedad que ha incubado ese mal y seguirá haciéndolo hasta que no se busque una solución más profunda, porque “la enfermedad no está en la sábana, sino en el enfermo”, y en este caso el enfermo es la sociedad. De la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre, salen la mayoría de los beisbolistas  que llegan a las Grandes Ligas en los Estados Unidos, de ahí que tienen que lograr un proceso de adaptación en el aprendizaje de una sociedad distinta a la que se criaron. A ellos también la calle les enseñó lo mismo, solo que el destino le dio la oportunidad de estar en otra sociedad por sus condiciones físicas, no intelectuales.

Sobre el Autor

Ramón Cambero Perdomo

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