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A raíz del paso del huracán Matthew por territorio haitiano donde devastó su casi inexistente infraestructura y causó millones de desplazados, muertos y heridos, República Dominicana tendió una vez más su mano solidaria.
En medio de este cuadro dantesco, donde millones de personas están clamando por alimentos, agua potable y servicios sanitarios, el presidente Danilo Medina mandó un convoy de 500 vehículos con equipos pesados para arreglar puentes, caminos vecinales y carreteras.
En adición a eso, los comedores económicos y el Plan Social de la Presidencia, llevaron toneladas de alimentos.
Ante esta crisis humanitaria sectores importantes de Haití han expresado que se debe tener mucho cuidado con la ayuda dominicana y advirtieron sobre una invasión de nuestros productos en la empobrecida nación.
Pero, el rechazo de esa clase influyente haitiana es tan grande que fue objetada la presencia de militares dominicanos que estaban en labores humanitarias y acompañando a nuestros compatriotas en las labores de reconstrucción.
Nos acusan de violar su soberanía y exigieron la salida en 24 horas de nuestros soldados.
República Dominicana, sus autoridades, deben comprender y sabemos que no somos bienvenidos ni nunca lo seremos de ellos, nos independizamos y los sacamos de nuestra patria para siempre, pero subyace en una gran parte del tejido social haitiano que esta parte del territorio les pertenece.
Ante este rechazo de la ayuda dominicana por la influyente élite haitiana, solo nos queda decirles a las autoridades dominicanas que sabemos, nos estamos vacunando en salud contra esa pretensión del país que tenemos como vecinos.
Pero si enviamos 500 camiones con ayuda a los miles de humildes dominicanos que los necesitan nos sentiríamos mejor servidos.
Vamos a dejar a un lado el internacionalismo, Sr. presidente que no lo agradecerán nunca ¿y sabe qué? Que nunca le darán a usted el premio Nobel de la Paz, ¿sabe por qué? Porque somos dominicanos.
Está bueno que nos pase.
