Por Jesús M. Guerrero
Semanas atrás las declaraciones del expresidente Rafael Hipólito Mejía Domínguez dejaron entrever que no hay retroceso en su aspiración de dirigir los destinos nacionales una vez más. Lo que ha sido una franca manifestación de madurez política, porque para promover su imagen y proyecto no ha tenido la necesidad de golpear ni detractar a sus adversarios; que son bastantes los que temen una posible candidatura del guapo de Gurabo.
Su ataque frontal es contra el oficialismo, cuando manifestó que el Presidente debe someterse al escrutinio de los periodistas y no solo hacer notas de prensa. No hay duda alguna que estamos frente a un Hipólito Mejía renovado.
Es necesario apelar al liderazgo político probado en las más duras circunstancias y que no ha sucumbido ante los más feroces ataques, ni titubeado al momento de tomar decisiones que repercutirán en el ámbito nacional y estar dispuesto a asumir las consecuencias que contrae hacer lo correcto.
El país transita un camino incierto, donde la apetencias de poder desmedido ha dado cabida a una gula, que tiene a la ciudadanía sometida a un estado de desasosiego sin encauzar ninguna transformación social; por el contrario solo anida desesperanza y resentimiento social que es la mezcla que saca a flote lo peor de una sociedad.
Al declarar lo siguiente: “Aquí habrá que buscar gente seria en el seno de la sociedad, los cuales han sido olvidados por los partidos políticos.” Es una prueba fehaciente que el discurso de su proyecto es incluyente, sumando para ganar adeptos y lealtades, dar espacio a todos los que puedan aportar su ayuda para sacar hacia adelante la nación.
No es necesario ser un científico de la NASA, para ver que el gobierno morado está atravesando a duras penas su peor momento desde su regreso al poder en el año 2004. Sin vislumbrar una salida airosa, ni que evite los traumas que hoy achacan a esta administración, que van desde el flagelo de la corrupción hasta desenlaces fatales. Es el momento de acabar con esta política de hacinamiento y falsos servicios sociales que no son más que clientelismo de la peor calaña para influir en el voto de los más desprotegidos.
Mientras Hipólito Mejía apuesta aun cambiar la situación actual, el oficialismo pretende mantener el estatus quo. En perjuicio de todos, sin importar a quien tengan que llevarse por delante.
Es importante hacer un ejercicio de memoria contra olvido, durante el gobierno encabezado por Mejía; nunca tembló para dar la cara al país y mucho menos para enfrentar los problemas que pesaban sobre los destinos nacionales. No tuvo vacas sagradas y ahí están los hechos por más que los sometan a la tergiversación, el Presidente Mejía ha sido constituido en la transición necesaria porque su veteranía y sagacidad política han sido reivindicadas por el mal manejo de los morados.
El liderazgo no se entrega ni cede, se debe ganar en las urnas y nadie puede dudar que el líder de la oposición es Hipólito Mejía, es el último referente de éxito electoral y no tan solo eso, para ser vencido de manera bastante cuestionable en el torneo electoral del 2012, fue víctima del déficit fiscal más grande la historia y demás confabulaciones hartamente conocidas.
Concluyo con la siguiente frase de Sir Winston Churchill, cito: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.”
