Desgaste político

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Por Jesús M. Guerrero

No es sorpresa que durante el asueto navideño, se haya sosegado el caldeado ambiente, provocado por el feroz duelo que representa la lucha por el poder político en esta media isla. Sin embargo, el año que recientemente acaba de finalizar, durante su culminación quedo evidenciado el resquebrajamiento del sistema de partidos políticos.

Las marcas partidarias han perdido su conexión con importantes sectores de la sociedad, lo que ha dado paso a coaliciones ciudadanas, pero, estas no han dado una respuesta que arrope todos los sectores que conforman el país. Todo esto, por las practicas clientelistas de los partidos y si fuera poco la tristemente célebre actitud de coartar la democracia interna y aplicar la imposición por dedo que tanto debilita la unidad y mancha la imagen de las organizaciones ante la ciudadanía.

Actualmente 2 de los 4 principales partidos del sistema político se encuentran en procesos de restructuración interna y renovación de sus cuadros directivos. El PLD producto de acuerdos ratificó desde la presidencia hasta la secretaria de organización, lo cual ha generado controversias menores, el PRM actualmente organiza su convención interna con la inscripción de candidaturas a los puestos partidarios, el PRSC está enfrascado en la lucha de facciones por el control de la organización colorada y el PRD reafirmó lo que todos saben.

De todas las organizaciones partidarias la que tiene una oportunidad de oro para demostrar su capacidad para disputar el poder de manera responsable y eficaz, es el PRM. Llevando a cabo una convención ejemplar donde prime la democracia interna y no aplicar las “soluciones” que causaron los males que destruyeron la antigua casa.

Esos males son los que han dado cabida a las manifestaciones apartidistas como sustitutos de los partidos, lo cual ha causado una especie de limbo político; la marcha verde ha asumido parte del rol opositor pero se diluyó en el tiempo luego de afirmaciones contra la corrupción, perdiendo protagonismo. Al igual que lo perdieron los juicios ciudadanos en repudio del paquetazo del 2012.

Las organizaciones políticas no tradicionales que han tratado de constituirse como antagonistas del oficialismo, han realizado un esfuerzo de ser una especie de híbridos, ser políticos y sociedad civil al mismo tiempo. Lo cual les ha restado credibilidad, por la simple razón de que asumen todas las posiciones y eso refleja incoherencia; lo que no gana simpatías ni respaldo electoral.

Los partidos del sistema se cerraron a la sociedad y cercenaron la democracia interna, lo cual fue un golpe brutal a su institucionalidad, ignorando que más democracia se traduce en el fortalecimiento de su institucionalidad. Lamentablemente la postura adoptada dio paso al transfuguismo que es parte del pan de cada día del quehacer electoral y lo ha degradado ante los ojos de la ciudadanía que simpatizaba sin militar en las organizaciones y la franja apartidista. Por eso, han surgido fenómenos como Trump en USA, Jimmy Morales en Guatemala y otros más. El auge de estos candidatos antisistema es producto del desgate de los partidos políticos.

Los liderazgos tradicionales no están exentos de este limbo político, por eso deben estar sometidos al cambio constante para mantenerse sin perder su esencia porque inmediatamente renuncian a sus fortalezas pierden su carisma y el arraigo. Esa es una de las principales razones por la que vemos la vigencia de los expresidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández.

Creo prudente finalizar con la frase de Ignacio Escolar del fragmento de su libro, Los partidos políticos se desmoronan, cito: ““Ahora es la política de siempre la que tiene que aprender a ganarse la confianza de la política de ahora.”

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