¡Todo el mundo bosteza! Todos bostezamos entre 5 y 10 veces al día. “El bostezo está vinculado con la vigilancia, cuando nos despertamos, por ejemplo, o cuando estamos cansados. Es innato, incluso los fetos bostezan en el vientre de su madre, y los recién nacidos también, por supuesto“, explica Marie-Thérèse Canard, responsable de la unidad de Ciencias de la vida en el Palacio del Descubrimiento de París.
¿Por qué bostezamos?
Durante mucho tiempo, el bostezo no ha sido tema de estudios médicos. Desde Hipócrates, la idea general era que el bostezo permitía que llegase mejor el oxígeno al cerebro. Desde los años 1980 y gracias a los estudios de dos psicólogos americanos1,2, ya sabemos que no es así. Robert Province y Ronald Baenninger han demostrado que el bostezo está asociado con la somnolencia, ya sea debido a un estado de cansancio, a la llegada del sueño o al salir de este, al despertar. De hecho, la fase de sueño parece ser el momento perfecto para combinar los bostezos con los estiramientos3. Por lo que la bajada de vigilancia provocaría la necesidad de bostezar. Podría ser como una manera de volver a conectarse con el entorno y concentrarse de nuevo en los factores que nos rodean. Por eso, el aburrimiento, el ayuno o, al contrario, el período de digestión favorecen los bostezos.
Ten en cuenta que todos los animales vertebrados bostezan. Tu gato, el perro de la vecina, pero también los koalas o los tigres bostezan. Pero no todos son sensibles a su efecto comunicador. Puedes bostezar delante de un conejo que no ocurrirá nada… Solamente las personas y los grandes primates comparten este efecto “contagioso”.
¿Por qué bostezar es tan contagioso?
Ya lo habrás comprobado, basta con que alguien bostece para que empieces a bostezar tú también. Es difícil de resistir. Es lo que se denomina la ecokinesia del bostezo. “En las personas, este reflejo nace alrededor de los 2 años”, asegura Marie-Thérèse Canard. ¡Los responsables de esto están en tu cerebro!
En 2003, Riitta Hari y Martin Schurmann5 de la universidad de tecnología de Helsinki en Finlandia, han presentado el primer trabajo sobre la percepción del bostezo del otro a partir de imágenes funcionales cerebrales. Han comprobado que el hecho de ver a alguien bostezar activa una zona en el surco temporal superior, donde se encuentran las “neuronas espejo“. Estas neuronas se han descubierto en 1996 por neurólogos italianos: se activan en nuestro cerebro en cuanto vemos que una persona realiza una acción que activa en ella esas mismas neuronas. El bostezo, que activa las neuronas espejo de la persona de enfrente, también activará nuestras neuronas espejo y nos entrarán… ¡ganas de bostezar!