Cindy Crawford se lamenta de algunas de sus fotos desnuda

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Otras modelos no han pasado por situaciones tan difíciles, pero sí se lamentan de determinados trabajos. Como cuando Gisele Bündchen pidió perdón por la portada de Vogue USA en la que aparecía con pieles animales.

La famosa ‘top’ es la última de la industria en echar la vista atrás y reconocer que por el arte no vale todo.

El movimiento #MeToo y la campaña Time’s Up han dado confianza y valor a mujeres —y hombres— para hablar abiertamente sobre situaciones de acoso y abuso. El cine y la moda han sido los dos sectores más sacudidos por casos tan escandalosos como los de Harvey Weinstein o los fotógrafos Terry Richardson, Bruce Weber o Mario Testino. En la moda, en concreto, hay acuerdos escritos y de palabra para cambiar el statu quo, para proteger a las modelos jóvenes. Muchas son las estrellas y modelos que se han arrepentido de trabajar con Richardson, por ejemplo. Como Miley Cyrus, Lady Gaga o Morrisey. Y muchas son las modelos que alzan la voz para decir que por el arte no valen todos los desnudos. La última en arrepentirse públicamente ha sido Cindy Crawford.

La supermodelo generó multitud de titulares esta semana en una entrevista concedida a la revista Town & Country en la que hablaba de cómo estaba pasando su experiencia en su trabajo a sus dos hijos, Kaia y Presley Gerber, dos de los nombres más sonados actualmente en el sector. Además de madre, ella es su mentora y por ahora ejerce de agente de sus carreras. “No quiero que mis hijos tengan nunca que mirar atrás y pensar ‘Dios, ojalá no hubiera hecho eso”, dijo. “Quiero empoderarlos para que sean capaces de decir: ‘Me voy de aquí”.

Y lo dice con conciencia porque ella, a sus 52 años, ha mirado atrás y después de tres décadas de carrera como modelo, y se arrepiente de algunos trabajos. “He posado desnuda, muchas veces. Las únicas de las que me arrepiento son de aquellas en las que me convencieron”, dice. Es decir, lamenta aquellos desnudos que ella no veía claros y para los que alguien acabó persuadiéndola. Aunque también reconoció que, por suerte, no tiene una “historia #MeToo” y está tranquila porque cree que sus hijos no la tendrán. “Seamos sinceros. Mis hijos son afortunados en este negocio porque no llegan como desconocidos. La gente sabe que iré tras ellos si se meten con mis niños”, avisa.

Crawford lo dice la misma semana que se han despertado las críticas a la primera gran campaña publicitaria de Kaia Gerber. Las fotos que protagoniza para Chanel están acumulando cada vez más comentarios negativos en Internet por “sexualizar” a la joven, que tiene 16 años. Pero ni la marca ni la modelo o su madre se han pronunciado.

Son esas primeras sesiones, los comienzos de carrera, los que generan mayores arrepentimientos en casi todas las modelos. Cuando aún no se sentían con el poder suficiente para decir no. Fue el caso de Kate Moss, quien ha reconocido en multitud de ocasiones lo mal que lo pasó haciendo las fotos que lanzaron su carrera: medio desnuda con Mark Wahlberg para Calvin Klein. “Me sentí muy mal, sentada a horcajadas encima de este tipo fuerte. No me gustó. No pude salir de la cama en dos semanas. Pensé que iba a morir”, ha dicho. Tenía casi 18 años, pero con solo 16 ya había pasado por algo peor. Posando para The Face le pidieron que se quitara toda la ropa y a ella le pareció “raro”. “Pero me dijeron: ‘Si no lo haces, no te contrataremos nunca de nuevo. Así que me encerré en el baño, lloré, salí y lo hice”, ha confesado.

La americana Kate Upton también ha relatado historias parecidas de sus inicios. Ella es de las que se arrepiente de haber trabajado con Terry Richardson, quien publicó sin su permiso el vídeo de ella en biquini bailando que se hizo viral y la lanzó. En una entrevista con otra modelo, Alexa Chung, contó que, después de aquello, se preguntó cómo podía ser un ejemplo para otras chicas. Y, aunque empezó su carrera explotando una imagen más sexual, ha sido de las más honestas en las denuncias de acoso –como contra el fundador de Guess– y se está alejando ahora de esa imagen.

Otras modelos no han pasado por situaciones tan difíciles, pero sí se lamentan de determinados trabajos. Como cuando Gisele Bündchen pidió perdón por la portada de Vogue USA en la que aparecía con pieles animales. Algunas incluso, como Cara Delevingne, han renegado casi por completo de su carrera en la moda. La top inglesa ha dicho muchas veces que no le gustaba hacia dónde iba como modelo y decidió dirigirse hacia la interpretación. Ahora combina ambos mundos, pero siempre en sus propios términos.

Fuente: El País

 

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