Oye Multitud – Autopreservacion o Temor

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Por: Dra. Claudia Hernandez

El apóstol Juan escribió: el perfecto amor echa afuera el temor; porque el temor lleva en si castigo. La causa principal del temor es una preocupación excesiva sobre el propio yo: la auto preservación, la imagen propia. Es posible que esos sentimientos no se encuentren en la superficie; pero, son la causa verdadera del temor.

Si una persona está llena de amor hacia otra, su punto de enfoque no será ella misma sino el otro ser humano. El perfecto amor que procede de Cristo debe llenar nuestra vida. Al hacerlo, excluye todo temor.

Hay muchos tipos de temor y les damos diferentes nombres científicos. Algunos le temen a la oscuridad, otros tienen miedo de salir de sus casas. Hay quienes les temen a otras personas y otros a verse atrapado en lugares cerrados. Hay quienes les temen a la altura, otros a los túneles y otros a las serpientes. En algunos casos, los temores de algunas personas están sumergidos en el subconsciente y se manifiestan en enfermedades psicosomáticas, ulceras, dolores de cabeza, depresiones o, incluso, parálisis.

Los conocimientos y la experiencia pueden ayudarnos a vencer el temor. Tememos a lo desconocido y no nos sentimos a gusto en medio de lo que nos es familiar. Por consiguiente, las personas nos debemos exponer gradualmente, en un contexto no amenazador.

En la misma forma en que el temor tiende a inhibir las actividades y a causar parálisis, el entrar en acción tiende a hacer desaparecer el temor.

El salmista descubrió un arma importante contra el miedo cuando escribió: Jehová es mi pastor…no temeré mal alguno. Deberemos recordar una y otra vez que Dios es todopoderoso y que su protección es suficiente para cualquier necesidad.

Algunos  temores son sanos. Por ejemplo, debemos temer al fuego. La electricidad, los relámpagos, las balas y, en forma especial, a Dios mismo. El Señor puso dentro del hombre una técnica provechosa de movilización activada por el temor que guía sus respuestas en momentos de peligro o necesidad.

Por otra parte, debemos reconocer que ciertos extremos del temor son completamente falsos y podrían ser inducidos por los demonios. En esos casos, es preciso ordenarles a los espíritus de temor que se vayan en el nombre de Jesucristo.

El perfecto amor excluye el temor. La palabra de Dios libera a las personas. Quienes sufren por su miedo deben enfocar todo su ser en Cristo, su amor, su poder, aprenderse de memoria y recitar la palabra de Dios, haciendo hincapié en las promesas que se refieren a la esperanza que los cristianos tienen en Cristo. La víctima deberá repetir a gritos esas promesas, usándolas para alabar el señor.

Alabar a Dios es un antídoto excelente contra el miedo. No solo sirve para reprender al espíritu del temor y a Satanás que lo aporta, sino que hace también que el cristiano pase a la presencia directa de Dios. El salmista nos dice que Dios habita en las alabanzas de su pueblo. Por medio de la alabanza, podemos atar el poder de Satanás. En la alabanza encontraremos la liberación de todos nuestros temores

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