Redes sociales, un túnel de esperanza y miedo para migrantes centroamericanos

Caravana migrantes honduras 3
Caravana migrantes honduras 3
Mientras una nueva caravana se prepara para partir desde El Salvador hacia la tierra prometida de Estados Unidos, los migrantes centroamericanos, frenéticos, intercambian mensajes a través de las redes sociales.
AFP

Mientras una nueva caravana se prepara para partir desde El Salvador hacia la tierra prometida de Estados Unidos, los migrantes centroamericanos, frenéticos, intercambian mensajes a través de las redes sociales.

¿Dónde cruzar la frontera? ¿Qué llevar en la mochila? Sin dinero para contratar a un traficante de personas o “coyote”, la fortaleza está en el grupo. Madres con hijos, jóvenes huyendo de la violencia de pandillas, hombres maduros que no pueden alimentar a sus familias… Una caravana parte.

Tan pronto se aleja, los planes para organizar la siguiente se toman las redes sociales. Cientos de interesados disparan preguntas, participan en discusiones o comparten sus esperanzas y temores.
“Mi objetivo es llegar a Estados Unidos y en caravana nadie me puede tocar”, dice un hombre de voz ronca en un mensaje enviado al chat previo a la partida del último convoy de El Salvador y llamado “Patria querida. Caravana III 18- N A USA 9 am”.

Desde al víspera de este 18 de noviembre, los migrantes vinieron a pasar la noche a la plaza de El Salvador del Mundo, dominada por un Cristo encaramado en un enorme globo terráqueo. Se apiñaron en la acera de un baratillo llamado “Dollarcity”. Todos reunidos alrededor del nuevo “boca a boca” de las redes sociales.

Desde octubre, más de 5.000 migrantes centroamericanos han viajado miles de kilómetros, a pie, haciendo autostop, en autobús, hacia la frontera de México y Estados Unidos.

Un hombre usa su teléfono para consultar un grupo en el que migrantes salvadoreños organizan una caravana hacia Estados Unidos, el 21 de noviembre de 2018.

 

Más barato, más seguro

En la noche de San Salvador, una viuda de 38 años vigila a sus dos hijos de 13 y 11, dormidos bajo una manta roja. “Me enteré de la caravana por Facebook. Alguien subió el link hacia la sala de WhatsApp”, dijo a la AFP.

“La gente intercambia informaciones. No hay líderes”, afirma con la mirada decidida bajo su gorra de béisbol.

La mujer no dará su nombre por temor a las pandillas que la acosaron. Estas bandas, que propagan el terror tanto en El Salvador como en toda Centroamérica, bien podrían agredir a su hija mayor, una bella morena de largas trenzas.

Fue entonces cuando la madre decidió dejar su trabajo mal pagado, de seis dólares al día por hacer tortillas de maíz. “Nosotros los pobres, no tenemos los 8.000 dólares para un coyote. Y es mas seguro salir en caravana”, dice.

Otra madre de 39 años tuvo que abandonar su hogar, amenazada por los pandilleros que secuestraron a su esposo. Para ella, la caravana es una “oportunidad (…) para tener un futuro mejor” para sus dos hijos de 14 y 12 años.

En la plaza están las familias abarrotadas con bandadas de niños. Esta noche se inaugura el gigantesco árbol de Navidad de la alcaldía, bajo villancicos y fuegos artificiales.

La multitud alegre parece indiferente a los migrantes, fácilmente identificables por sus magras mochilas, y los ojos brillantes con lágrimas contenidas.

Muchos no consiguen dormir, como este joven de 22 años: “Desde (hace) ya tiempo, estoy escuchando que ya salieron dos caravanas y que con esta son tres, y que falta otra”.

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