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El presidente entrante de México, Andrés Manuel López Obrador, es sociable, franco y espontáneo, aunque tal vez demasiado para los mercados financieros, que se han tambaleado antes de su toma de posesión el sábado.
López Obrador es el primer presidente desde la Revolución Mexicana que ganó popularidad como líder activista, y ve su llegada al poder como la “cuarta transformación” del país, luego de la independencia mexicana de España, las reformas liberales que acabaron con el dominio de la Iglesia en 1850 y la revolución (1910-1917).
Sus llamados a una cruzada contra la corrupción y su preocupación por la gente de a pie suelen asumir proporciones de misión moral, con un celo que se traslada a sus proyectos más personales, como un costoso ferrocarril rural, que desconciertan o alarman a los críticos.