“Estas grandes y frecuentes matanzas de pobres aldeanos por parte de bandas de asesinos deben confrontarse con la fuerza más feroz que el Gobierno pueda movilizar”, señaló Garba Shehu, portavoz del presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, en un comunicado emitido este fin de semana.
Los ataques se produjeron el viernes pasado en poblados del estado de Sokoto, en la zona de la localidad de Goronyo.
En su mensaje, emitido el sábado en nombre de Buhari, Shehu comunicó que ya se han desplegado tropas adicionales para garantizar la seguridad en la zona, pero recalcó que el Gobierno confía en una estrategia de diálogo entre las partes para resolver laviolencia.
También advirtió que no van a tolerar situaciones de “burla” contra el espíritu de cese del fuego.
La violencia pandillera castiga desde hace años los poblados rurales del noroeste de Nigeria, con constantes pérdidas de vidas humanas y cientos de secuestros rápidos, además de quema de viviendas, robo de ganado y saqueo de provisiones de alimentos.
Estos grupos no identificados constituyen solo uno de los muchos desafíos en materia de seguridad que afronta el país, azotado en el noreste por el grupo yihadista Boko Haram y en su cinturón central por la lucha por el control de recursos entre pastores nómadas y agricultores.
El estado nigeriano de Sokoto había permanecido en relativa calma, especialmente en comparación con el vecino estado de Zamfara, donde cientos de personas murieron solo el año pasado por la violencia de los ladrones de ganado y otros tipos de criminalidad general.
En los últimos tiempos, sin embargo, los incidentes en Sokoto, vienen en ascenso.
