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Ray el de los muebles, ¿homicida-suicida o asesino? y el sistema penal

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Por: Valentín Medrano Peña.

Todos cumplimos con un papel en el ecosistema. Todos somos importantes. Somos esencia de existencia hoy, y huellas reminiscentes que alguien una vez seguirá. Somos importantes al menos para algunos, para Dios y para la humanidad en términos ecosistemico.

La protección de la vida debe ser la mayor preocupación de los humanos conscientes de su humanidad. Privilegiar lo humano. Sin embargo tenemos un gen acusador. Queremos y entendemos que alguien debe ser culpable siempre. Odiamos los accidentes naturales como forma de creación del daño, pues no tenemos a quien condenar, tenemos sed de condenas y un exacerbado morbo por la decapitación y la venganza. Ese gen es el causante de que a alguien se le ocurriera procurar un juicio a Dios por los desastres naturales. Necesitamos alguien a quién culpar.

Aveces olvidamos que es mejor prevenir que castigar. Que seríamos más felices si los infortunios no ocurren que procurando sus condenas o reparación.

El día Viernes fui invitado por el catedrático universitario Hidian Medina Casanova a impartir un curso de derecho penal en la UASD, primada del nuevo, ya nada nuevo, mundo. Fue un momento ameno, el curso, aula 305 estaba repleto de abogados que procuran especializarse. Ávidos de conocimientos lanzaban sus preguntas por doquier. Me sentía a gusto, el ambiente me traía gratos recuerdos de mis años de estudiante de grado en las uasdianas aulas, rememoré a cada profesor o profesora.

Explicaba la interposición del recurso de oposición en audiencia, cuando un teléfono celular interrumpió con su sonido el ambiente de enseñanza-aprendizaje, luego de disculparse, el abogado Pedro Estevez, tomó el teléfono diciendo, -“es una emergencia, solo por ello me llamarían”-, y lo era. Un sobrino suyo se acababa de suicidar. Al enterarnos todo fue consternación y palabras de aliento que no mellaron su entristecimiento, la llamada se cortó y minutos después le volvieron a marcar, la información con más detalles daba cuenta de que su sobrino, un empresario de San Pedro de Macoris había baleado a su mujer que con pocas posibilidades aún vivía, y luego se suicidó disparándose a la cabeza.

Cuando me refirió de quien se trataba supe que en algún momento, en el pasado reciente, había trabado conversación con el ahora homicida-suicida, y no pude creer que fuera capaz de hacer algo tan nefasto. Ciertamente, ojos vemos y corazones no sabemos.

Éste había sido un preso modelo en el CCR (Carcel del nuevo modelo) de San Pedro de Macoris, afable y conversador, conviccionalmente centrado en su libertad y en sus negocios a los que decía querer reimpuldar. Confieso que si hubiera estado en mis manos su libertad, quizá la hubiera aprobado como el resultado de la buena influencia del sistema reformatorio.

Las lágrimas asomaron a la cara de don Pedro, y casi yo podía apreciar en las suyas, las lágrimas de los deudos de la mujer tristemente finada. Pensé en sus hijas hoy totalmente huérfanas y desvalidas y horrorizadas por haber presenciado al atroz suceso. Y me dolió, me dolió profundamente. Quise retomar las riendas de la clase y ayudar a los demás a afrontar el infortunio. Pero nunca dejé de pensar en ello.

Recordé aquel acontecimiento en que un hombre culpado de la muerte de su conviviente salió de la carcel luego del cumplimiento de su condena, salió y se casó con una joven mujer a la que luego también mató. Y pensé, el tema de la violencia intrafamiliar y de género no es cuestión jurídica. No la resuelve una pena, en el mejor de los casos, esta sólo posterga el horrendo desenlace y en algunos casos acrecenta la ira quizá, pero no resuelve el problema. El problema no es Juridico. El derecho no Cira el machismo ni endereza mentes retorcidas.

Los que no conocen el derecho penal condenarán el hecho. Yo también lo hago, pero no procuro culpables accesorios. Que si esto o este o aquel hizo esto o lo otro y el sistema falló, y no es así. Nadie es culpable por el hecho del otro, y en las estadísticas los casos como el tratado son la excepción.

Pero la gente quiere creer que es un asunto de penas, que la solución es jurídica, y no lo es. El derecho penal es una reacción social, una respuesta a crímenes y delitos. No educa, no forma, no cría, no psicoanaliza o medica a mentes enfermas, no resuelve los problemas antropológicos o sociológicos o psicológicos.

El hombre (Ray el de los muebles) homicida-suicida no es un asesino, pues este procura matar y salir ileso, no se suicida. No es juzgable, pues no está vivo para responder por su hecho. Quise odiarlo y terminé por odiar las causas que lo construyeron, que lo llevaron a cometer el hecho, a ser instrumento de desgracia y dolor.

Me fui directo a casa, tomé algo para tratar de conciliar un sueño que nunca llegó y me abordaron miles de posibles soluciones al mal y no encontré una sola en el derecho. Y volví a sufrir pensando en las niñas, ayer huérfanas de un padre vivo pero preso y hoy en la absoluta orfandad y desprotección, y en una joven mujer, profesional caída a causa de un mal aún pendiente de abordar y sanar.

Me apunta el buen amigo, admirado comunicador e intelectual José Luis Mendoza, con sobrada razón, que debo diferenciar por el buen nombre, al hoy suicida-homicida, en orden inverso, apodad Ray, y que tenía negocios de mueblería, del nombre comercial y los dueños de Ray Muebles, que pueden salir afectados del abordaje incorrecto de la información.

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