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Tyson Fury gana a Deontay Wilder en la báscula

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El británico Tyson Fury y el estadounidense Deontay Wilder se retaron en la ceremonia de pesaje previa a su combate mundial

(EFE).-Los púgiles, el estadounidense Deontay Wilder, actual campeón del peso pesado, versión Consejo Mundial de Boxeo (CMB), y el inglés Tyson Fury completaron  el último acto oficial de su esperada pelea de revancha, el pesaje, sin que pudiesen tener el tradicional “cara a cara” tras haberse subido a la báscula.

La razón fue la suspensión impuesta por la Comisión Atlética de Nevada después que ambos púgiles protagonizaron un espectáculo antideportivo de empujes, insultos y excesiva agresividad verbal antes que tuviesen la última rueda de prensa celebrada el miércoles en el MGM Grand Garden Arena, de Las Vegas, el mismo escenario donde mañana, sábado, se va a disputar la pelea.

La prohibición no impidió que ambos púgiles, separados por personal de seguridad, se intercambiasen todo tipo de amenazas, insultos y señalamientos con las manos a la distancia, pero sin ninguna posibilidad de hacer contacto físico.

Fury volvió a ser el más expresivo con los gestos y el manejo de las manos.

El campeón estadounidense dio 104,78 kilogramos en la báscula, el mayor peso de su carrera profesional, pero con una gran diferencia al registrado por Fury, quien también había ganado en el apoyo recibido por parte de los miles de aficionados que estuvieron presentes en las gradas para presenciar el pesaje.

Fury, que salió primero de su vestuario y estuvo todo el tiempo sonriente y relajado, vio como los seguidores los vitorearon de manera generalizada, algo que no sucedió cuando apareció Wilder, quien fue recibido con menos entusiasmo.

¡Estamos listos para una guerra!

“¡Todos mis fans están aquí! ¡Estamos listos para una guerra!”, declaró Fury tras completarse el pesaje.

Más serio estuvo Wilder durante todo el acto de pesaje y tras bajarse de la báscula, ponerse su ropa deportiva y cargar el cinturón de campeón, desde el lado izquierdo del escenario, que le tocó, se colocó frente a Fury, que estaba ya instalado en el lado derecho, pero con una separación de cuatro metros entre ambos.

De inmediato, Wilder y Fury comenzaron a enviarse insultos y promesas como que se iban a “destrozar” en la pelea revancha que protagonizaron el 1 de diciembre del 2018, en el Staples Center, de Los Angeles, que acabó con una polémica decisión de combate nulo cuando la mayoría vieron al púgil inglés como ganador.

El nuevo duelo entre Wilder, de 34 años, y Fury, de 31, ya está considerado como la pelea más importante dentro de los pesos pesados desde que se enfrentaron el también púgil inglés Lennox Lewis, que retuvo el título de campeón, frente al estadounidense Mike Tyson, en el 2002.

Fury, tras completar el pesaje, en declaraciones a la televisión, adelantó que la pelea, dirigida por el árbitro estadounidense Kenny Bayless, no llegaría a su final, que la ganaría por nocáut y que él sería el nuevo campeón del mundo.

Buscaré el golpe que destruya a Deontay Wilder

“He estado sosteniendo ese peso durante los últimos tres meses en el campo de entrenamiento”, declaró Fury, quien defenderá la corona lineal por sexta vez. “No es ningún secreto, buscaré el golpe que destruya a Deontay Wilder”.

Fury, con marca de 29-0-1, 20 nocáuts, dijo sentirse “ansioso” porque llegase la hora de la pelea y que estaba convencido que iban a ofrecer a los aficionados lo que se merecían, un gran combate del peso pesado por el título mundial.

Por su parte, Wilder, que tiene marca de 42-0-1, 41 triunfos por la vía rápida, y hace su undécima defensa del título, reiteró que no estaba preocupado por la diferencia de peso a favor de Fury, porque siempre se ha enfrentado a rivales más grandes.

A Fury se le ve nervioso, parpadea constantemente

“El que debe estar preocupado es él (Fury), se le ve nervioso, parpadea constantemente, y por algo cambió de equipo de trabajo”, argumentó Wilder, que sale ligeramente favorito en las apuestas de Las Vegas.

Lo que si tienen ambos púgiles asegurado es una bolsa oficial de cinco millones de dólares y otros 20 más garantizados por los promotores para cada uno de ellos.

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